EUNSA. Pamplona (2001). 216 págs. 12,62 €.
María Gudín, neuróloga, realiza una aproximación filosófica a la comprensión del hombre partiendo de la función unificadora del cerebro, para llegar a la grandeza y riqueza de la afectividad del ser humano. Divide su estudio en tres partes: la afectividad, su anatomía y el mundo de los sentimientos.
La primera parte de Cerebro y afectividad es una relación de la afectividad con los aspectos superiores volitivos y cognitivos de la persona. Los sentimientos van adquiriendo en este estudio nuevas dimensiones unificadoras de la experiencia sensible al relacionarlos con lo más íntimo y subjetivo de nosotros mismos: los valores y el amor. Los sentimientos, dice, nos humanizan. La educación de los sentimientos «tendrá mucho que ver con la educación de los valores» que nos mueven a actuar. La afectividad no es estática y finalizada sino que, basándose en la plasticidad neural, puede sobrevenir el cambio por el conocimiento, la modificación de los valores o de las ideas que nos mueven a actuar. Gudín diferencia los sentimientos de las emociones y sensaciones; el temperamento del carácter; y los estados psíquicos de origen somático, de la tristeza, el disgusto o la inseguridad sin causa exterior.
La segunda parte aborda la anatomía y estructuras cerebrales involucradas en la respuesta afectiva, aunque las referencias biológicas están presentes en todo el ensayo. La descripción del sistema nervioso central implicado en los procesos afectivos resulta ágil y necesaria. El lector encontrará aportaciones poco frecuentes en estudios neurológicos, que fundamentan facetas como el aprendizaje, la mejora personal o la libertad humana en las bases biológicas del cerebro.
Por último, la autora se adentra en el mundo de los sentimientos. Sitúa en el criterio ético la fuente de valoración de la conducta sentimental. Muchos aspectos influyen en aquello que el hombre siente: la educación, la memoria, el conocimiento de uno mismo, la autoestima, el cansancio, la felicidad o el sufrimiento, que son analizados desde lo que la autora resume como idea central del libro: «el cerebro es uno, el actuar humano es uno, todo acto emocional, toda sensación influye en lo que pienso y deseo, lo que pienso y deseo influye en lo que siento», sin olvidar la libertad humana.
En definitiva, es un ensayo que relaciona dos esferas importantes y complejas del conocimiento humano: el científico y el antropológico. Su lectura resultará muy beneficiosa tanto para entenderse a uno mismo como para enriquecer a cualquier profesión que tenga como base la relación social o personal.
Isabel Viladomiu