Alianza. Madrid (2001). 262 págs. 15,3 €. Traducción: Santiago Martín Bermúdez.
Yasmina Khadra es el pseudónimo de Mohamed Moulessehoul (Orán, 1955), ex comandante del ejército argelino actualmente residente en Francia y que durante algunos años ha escrito en francés desde Argelia, escondido tras ese nombre femenino. La precaución es comprensible, ya que su narrativa es una denuncia de la violencia, la corrupción y la desestructuración de aquel país magrebí que, según el autor manifiesta, no pasa por una crisis sino que vive una auténtica guerra civil.
Antes de publicarse esta novela en España, Alianza editó el año pasado Lo que sueñan los lobos, otra narración del mismo género, pero mucho más violenta y cruda, protagonizada por un joven argelino que, soñando con entrar en el mundo artístico cinematográfico, desciende a los infiernos más sórdidos de la violencia y el odio de esa guerra civil. Khadra o Moulessehoul tiene también publicadas en España otras novelas, protagonizadas por el comisario Llob, que forman la Trilogía de Argel: Morituri, Doble blanco y El otoño de las quimeras (Zoela, Granada, 2001) y son una galería de situaciones y personajes que sobrecogen por su acción salvaje.
Este género está muy presente en el panorama narrativo actual. Se pueden citar también a Salima Ghezali -directora del diario La Nation de Argel, premio Sajarov del Parlamento Europeo y doctora honoris causa por varias universidades europeas y americanas por su labor profesional y la defensa de los derechos de la mujer en el mundo árabe-, que en Los Amantes de Sherezade (Martínez Roca, 1999) narra, de un modo apasionado, poético, intenso y lúcido, el drama que está viviendo Argelia.
La publicación de El escritor ha servido a Khadra para revelar su verdadera identidad en Francia y en otros países. En el libro narra su propia adolescencia, interno en la academia de cadetes del ejército argelino, durante los años inmediatos a la guerra de independencia. Narración de la que se vale para hacer, de una manera retrospectiva, un retrato de la sociedad argelina en aquel momento crucial y para mostrar su actitud personal ante la vida como escritor abocado por circunstancias familiares y ambientales a la profesión militar. Las difíciles relaciones filiales, el compañerismo, la lealtad a su nación, las luces y sombras de los años de academia están tratadas de una manera del todo convincente, por el realismo de su descripción, la emoción adecuada y el contenido toque poético. Desde luego no es el Khadra del estertor de violencia de las otras novelas, sino el hombre sereno, profundo, pleno de ideales.
Ángel García Prieto