Francisco Cárdenas no abraza a su hija desde el 12 de marzo de 2009. Ese día acudió con ella –entonces de tres años y medio– a una dependencia de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) de Cataluña. Pensaba que sería una reunión de rutina, pues al proceso de adopción que llevaban su esposa y él –la pequeña Esmeralda ya llevaba sus apellidos– solo le faltaba la ratificación de un juez. “No tiene mayor importancia –le decían–. El juzgado es lentísimo, y este no es un tema prioritario”.
Aquel día, narra a Aceprensa, “yo me presento con la nena; sin sospechar nada, porque si no, no voy. Y en cuanto entro, me la quitan: la cogen de la mano, se la llevan, y a mí me dicen que ya me puedo ir a mi casa, que ‘el tema …
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Un comentario
En realidad es todo muy sencillo. El funcionario en cuestión evalúa a los progenitores sobre su respuesta a una acción de retirada. Si calcula que será rebelde y violenta, dejará todo como está. Si la calcula sumida, cambiará a los menores de familia. Es sólo la condición humana. Y por lo general, esa actuación viene motivada por mecanismos de proyección sicológica.