En Estados Unidos, un informe del Pew Research Center ha vuelto a mostrar lo que llevan años diciendo otros estudios: que las parejas casadas están más satisfechas con su vida familiar, por término medio, que las de hecho. Sin embargo, estos datos no terminan de calar en los jóvenes, entre los que crece la cohabitación. Lo paradójico es que esta forma de convivencia aleja a muchos de ellos del ideal al que aspiran, observa Alysse ElHage en el blog del Institute for Family Studies (IFS).
“La próxima vez que un joven le diga que se va a vivir con su pareja –escribe ElHage–, considere hacerle las preguntas que planteaba (…) Bradford Wilcox, investigador sénior del IFS: ‘¿Valoras la fidelidad? ¿Tener a alguien [a tu lado] que te dice siempre la verdad? ¿Que te cubre las espaldas? ¿Que se comunica bien? Si esto es importante para ti, entonces el matrimonio es una opción mejor’”.
No es que el matrimonio garantice todo esto, pero sí es más probable que quien decide casarse en vez de cohabitar, lo encuentre. Así lo muestra un reciente informe del Pew, basado en una macroencuesta a más de 9.000 adultos casados o en uniones de hecho. Las respuestas de unos y otros muestran diferencias respecto a los niveles de confianza, satisfacción y cercanía con la pareja.
Los casados son más propensos a mostrar confianza en que su pareja le es fiel: lo creen el 84% frente al 71% de los que simplemente conviven. También confían más en que el otro actúa en su mejor interés (74% contra 58%), les dice siempre la verdad (68% contra 52%) y gestiona el dinero de forma responsable (56% contra 40%).
Las diferencias también son significativas respecto a los niveles de satisfacción, salvo en los relativos a las relaciones sexuales, que andan discretos para todos (36%, en el caso de los casados, contra 34%). Los casados tienden a estar más satisfechos con los hábitos de crianza del otro (48% contra 39%), con el reparto de tareas domésticas (46% contra 37%), con el modo en que concilian familia y trabajo (44% contra 35%) y con la forma en que se comunican (43% contra 35%).
La brecha es mayor respecto al sentimiento de cercanía o conexión: para el 78% de los casados, su cónyuge es la persona a la que más unida se sienten, frente al 55% de los convivientes que dicen lo mismo de su pareja.
La propensión mayor de los matrimonios en estas tres áreas –confianza, satisfacción y cercanía– sigue siendo visible una vez consideradas otras variables como el sexo, la edad, la raza, la religión o el nivel de educación.
Las diferencias que muestra el Pew no han sorprendido a los investigadores del IFS, pues son el resultado del tipo de relación que se busca: quien no quiere un compromiso serio, no puede extrañarse de que, en efecto, encuentre más desconfianza. Uno de los expertos mencionados en el artículo, Scott Stanley, recuerda la asimetría que suele darse en las uniones de hecho, lo que resulta frustrante para el miembro de la pareja que se implica y espera más de la relación.
Sobre las expectativas desiguales es interesante otro dato que recoge el Pew: cuando se pregunta a los casados por qué formalizan su compromiso, el 90% responde “por amor”, entre otros motivos, frente al 73% de las parejas de hecho que afirman lo mismo. Lo que contradice el tópico de que el matrimonio es una mera formalidad burocrática, mientras que el romanticismo está del lado de las uniones de hecho. De nuevo, a Stanley no le sorprende el resultado: “Los motivos por los que unas personas eligen cohabitar están estrechamente relacionados con la calidad de las relaciones”.
Hay quienes deciden cohabitar precisamente porque quieren eludir vincularse a alguien de por vida. Lo que sorprende a ElHage es que cada vez más estadounidenses –especialmente entre las generaciones jóvenes– vean la cohabitación como una garantía de éxito para el posterior matrimonio. La paradoja es que buscan seguridades en el tipo de relación que menos puede dárselas, concluye ElHage citando otros estudios sobre la mayor inestabilidad de las parejas de hecho.
Frente a los mitos más extendidos, la realidad es que “el matrimonio sigue siendo el mejor camino para lograr una unión fiel para toda la vida, y la que tiene más probabilidades de proporcionar a las parejas y a sus hijos una vida familiar estable y satisfactoria”. De ahí que urja a comunicar mejor “los hechos sobre la cohabitación y el matrimonio, sobre todo entre los jóvenes”.