“Hay que evitar el espejismo de creer que, como hemos consultado muchas cosas en internet, estamos lo suficientemente informados como para tomar buenas decisiones”. Bajo esta premisa, Marc Argemí presenta su último ensayo, Los 7 hábitos de la gente desinformada.
En internet recibimos una gran cantidad de información, seleccionada para nosotros por algoritmos, en función de criterios que no podemos conocer ni controlar. Aunque los datos a los que potencialmente podríamos acceder son casi infinitos, ni todos tienen el mismo valor ni los seres humanos tenemos capacidad de asimilarlos. Por eso, sostiene el autor que todos somos susceptibles a la desinformación.
Los fenómenos que describe –la ansiedad informativa, la indecisión crónica o el activismo visceral, por ejemplo– han existido siempre; simplemente ocurre que, con las redes sociales, sus efectos se han multiplicado. ¿Quién no se ha sentido seducido alguna vez por el atractivo de las informaciones en exclusiva, el consumo compulsivo de redes o el miedo a quedarse fuera de lo que pasa?
Conocer los efectos de la desinformación puede facilitarnos, sin duda, ser menos vulnerables y más realistas, tanto a la hora de informarnos como de interactuar con los demás.
En un formato divulgativo, Argemí identifica los hábitos que pueden ayudarnos a paliar este fenómeno en el entorno digital. El análisis que realiza es profundo, pero está lleno de ejemplos que ayudan a entender su tesis y de herramientas prácticas para que los usuarios reflexionemos sobre las maneras en las que los desinformamos y cómo podemos atajarlas.