Información para los recién llegados: Downton Abbey es una serie británica creada por Julian Fellowes que, entre 2010 y 2015, a lo largo de 52 capítulos divididos en 6 temporadas, fue contando los avatares de una familia de la aristocracia inglesa –los Crawley– y su servicio. La serie, además de contar con el apoyo del público, gozó de la aceptación de la crítica, especialmente por su nivel de producción y la calidad de sus intérpretes. Este aplauso de público y crítica se tradujo en innumerables premios a lo largo de todo un lustro.

La versión cinematográfica de la serie, planteada como un gran capítulo final, narra la visita de los reyes de Inglaterra a la mansión de los Crawley. Este acontecimiento servirá para volver a poner sobre el tapete el gran tema de la serie –la vigencia, o no, de un modo de vida–, para hacer avanzar algunas subtramas personales y para plantear un final, que también podría servir como un nuevo principio.

La gran pregunta es si hacía falta una película en pantalla grande después de 52 episodios. Y la respuesta es ambigua. Depende. Narrativamente, la película aporta poco y puede verse como un capítulo más. Un capítulo que gustará a los aficionados a la serie, ya que se ha mimado la continuidad, y que puede hacer despertar el interés a los nuevos espectadores (aunque claramente el disfrute será menor, la historia puede seguirse bien sin haber visto la serie). Visualmente, el “mundo Downton Abbey” –las localizaciones, el vestuario, la puesta en escena, etc.– luce muy bien en pantalla grande. También destacan, como ocurría en la serie, las interpretaciones. Siempre se ha unido este título a una televisión de muy alta calidad, y la prueba más palpable es que la película es superior a muchas que se estrenan cada semana en cartelera.

Otra cosa es el guion, que, a la fuerza, sigue mostrándose episódico y excesivamente fragmentado. Los personajes entran y salen perfectamente coordinados, con un tempo envidiable pero con un hilo temático muy débil. Y eso que se nota el esfuerzo por dar cohesión al argumento subrayando el conflicto principal de la serie: hasta cuándo y hasta dónde hay que mantener una estructura –en este caso, social– que ya solo sostiene una fachada. Una interesante reflexión que añade valor a una serie o película que podría ser un culebrón: muy elegante y glamuroso, pero culebrón al fin y al cabo.

En resumen: no estamos ante una película imprescindible pero sí ante una producción muy disfrutable que puede servir como recuerdo o como puerta de acceso a una serie de buena calidad.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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