Después de años ejerciendo como neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta de adultos y parejas, Mariolina Ceriotti Migliarese ha condensado gran parte de su experiencia en dos obras desde las que intenta explicar su visión de la mujer y el hombre: Erótica y materna (Rialp, 2018) y Masculino: Fuerza, eros, ternura (Rialp, 2019). Los entiende como diferentes, cada uno capaz de una aportación específica que el otro necesita.
La autora ha visitado Madrid esta semana para participar, junto con el filósofo Higinio Marín, en el coloquio 50 aniversario de Aceprensa, bajo el título “Mujer y varón. Hacia una filosofía de la complementariedad”. Con esta ocasión hemos conversado con ella.
— En una sociedad donde la inclusión es tan importante, ¿tiene sentido centrarse en las diferencias?
— Entiendo que a veces puede ser molesto ahondar en las diferencias; pero, para estar bien, cada persona necesita entender quién es. Todos nacemos con un cuerpo que nos define como mujeres o como hombres y hay que aprender a descubrir nuestra especificidad. La posibilidad de estar bien juntos se da cuando cada uno se acepta y descubre lo que puede aportar al otro. Hay algo que el hombre no tiene y que necesita de la mujer, y al revés también.
— ¿Por qué cree que es necesaria una nueva reflexión sobre este tema?
— Nunca ha habido tanta igualdad entre hombres y mujeres como hoy y, sin embargo, nunca hemos estado tan enfrentados. Por eso aumentan el número de divorcios, e incluso el de personas homosexuales, porque las mujeres están con las mujeres y se entienden entre ellas, y con los hombres pasa lo mismo.
— ¿Cuál puede ser la causa de que ese enfrentamiento se haya agudizado en los últimos años?
— Creo que en realidad nunca ha habido mucho entendimiento. Lo que pasa es que antes, las mujeres teníamos dependencia económica del hombre, y el sexo estaba vinculado a la maternidad. Ahora que no tenemos que estar calladas, el problema de fondo ha salido a la luz.
“Todos nacemos con un cuerpo que nos define como mujeres o como hombres y hay aprender a descubrir nuestra especificidad”
— Más allá de roles sociales y brechas salariales, ¿dónde cree que radica la diferencia entre mujeres y hombres?
— La diferencia es de naturaleza ontológica porque la naturaleza humana es sexuada, no es neutra. Nacemos con la condición masculina o femenina; de nuestro cuerpo parten todas nuestras sensaciones y eso configura el modo de entender todo. La distinción de los cuerpos masculino y femenino nos habla también de la diversidad a la hora de percibir el mundo: los hombres, a través de las emociones fuertes y rápidas, y las mujeres de una manera difusa al principio, pero mucho más profunda al final.
Todo lo que digo es gracias al feminismo, pues creo que, a la hora de hablar de diferencias, el primer paso es recordarles a los hombres que valemos lo mismo.
— ¿Diría que los estereotipos clásicos asociados a uno y otro sexo tienen algo de cierto?
— Podemos pensar que, en general, las mujeres son sensibles y los hombres prepotentes, pero, en mi opinión, estos estereotipos son simplistas. Es erróneo basar la diferencia en roles y funciones sociales. O hablar de la personalidad de “los hombres” y las “mujeres” como un todo. Las características que se asocian a uno y otro cambian con los tiempos y dependen de muchos factores: dónde ha nacido uno, su historia, la cultura de su país… de hecho, hay hombres más sensibles que muchas mujeres.