La década que termina ha sido positiva en cuanto a varios índices de desarrollo humano. “Los 2010 han sido impresionantes”, titula Johan Norberg su artículo en el Wall Street Journal, en el que menciona avances globales en cuanto a sanidad, distribución de la riqueza y protección del medio ambiente.
“La evidencia es abrumadora. Comencemos por el informe de Naciones Unidas sobre desarrollo. Junto a una advertencia contra la desigualdad, desliza la buena noticia: ‘La brecha en el nivel de vida se está estrechando, con un número sin precedentes de personas que escapan de la pobreza, del hambre y de las enfermedades’”.
Norberg cita además algunos datos recogidos por el Banco Mundial, como el descenso de los índices de extrema pobreza a la mitad, del 18,2% al 8,6% entre 2008 y 2018, y su estimación de que, por primera vez, más de la mitad de la población mundial puede ser considerada “clase media”.
“Los progresos en salud han sido notables. Las personas tienen mejor acceso al agua, al saneamiento, a los cuidados de salud y a las vacunas. La incidencia de la malaria en África ha declinado casi un 60% entre 2007 y 2017, y las terapias con antirretrovirales redujeron las muertes por VIH/SIDA un 50%”.
Otro indicador de la situación global es la esperanza de vida, que se incrementó en tres años en la última década, mayormente gracias a la prevención de las muertes infantiles. Las de niños menores de 5 años se redujeron de un 5,6% en 2008 a un 3,9% en 2018.
Respecto al medio ambiente, el investigador señala que los países desarrollados han reducido sus niveles de contaminación, y que las muertes provocadas por la polución del aire descendieron una quinta parte en todo el mundo y un cuarto en Chin entre 2007 y 2017, según refiere Our World in Data.
Asimismo, los países ricos emplean hoy menos aluminio, níquel, acero, cemento, arena, madera, papel, fertilizantes, agua y combustibles fósiles, y además han reducido las áreas cultivables. Durante este período, el U.S. Geological Survey ha rastreado los índices de consumo de 72 recursos naturales y ha concluido que el de 66 de estos ha ido a la baja.
“El calentamiento global –añade Norberg– continúa siendo un desafío, pero las sociedades ricas están bien posicionadas para desarrollar tecnologías limpias y para lidiar con los problemas del cambio climático. Las muertes por desastres relacionados con el clima descendieron en un tercio entre 2000 y 2009, y entre 2010 y 2015, a 0,35 por cada 100.000 personas, una reducción del 95% desde los años 60. Esto no es porque haya menos desastres, sino mejores medios para afrontarlos con ellos”.
El progreso, advierte, no está garantizado, y pone como ejemplos el hundimiento de un país otrora próspero, como Venezuela; las guerras comerciales o una globalización en retroceso.
Pero el autor se declara optimista: “Los poderosos, los políticos saqueadores, los burócratas tiquismiquis ponen cabeza abajo a las sociedades y a las economías. Pero la humanidad crea a un paso más rápido del de aquellos que malgastan, y repara más de lo que aquellos pueden destruir”.