Parece que la locura y desenfreno de algunos desarrolladores no tiene fin. Simuladores de granjas, cabras, rocas, y hace poco, de conductores de camiones. Ahora la pregunta es: ¿quieres convertirte en el mayor depredador marino jamás conocido? Si la respuesta es “sí”, tu juego se llama Maneater (“Comehombres”) y es tan absurdo como sorprendente.
Si Spielberg nos puso, hace mucho ya, los pelos como escarpias con su temible tiburón, aquí el objetivo es quitarle toda posible seriedad: vamos a ser ese escualo que debe devorar sin parar para evolucionar, ganar atributos y poder atacar a seres más y más grandes, para así demostrar nuestra absoluta supremacía de las aguas. Por el camino deberemos comernos a una gran cantidad de humanos, incluyendo cazadores de tiburones, que son los jefes finales de los diversos escenarios.
Nos encontramos en un mundo abierto con misiones principales, secundarias y muchos coleccionables, así que tendremos unas cuantas horas por delante. ¿Los problemas? Principalmente dos: en las dos primeras horas se han descubierto todas las cartas y siempre es lo mismo: ir a un sitio, comer, superar enemigos grandes y evolucionar; el segundo es el control y la cámara, que se descontrolan constantemente y dificultan demasiado el juego en sí. De hecho. a vece, teniendo un ser delante marcado, no acertamos con el mordisco y el juego se empeña en asegurar que es error nuestro.
Al menos el humor siempre está presente y hay líneas del narrador que son impagables, con divertidas referencias a la cultura mundial. Se agradece el doblaje al castellano, porque permite centrarnos en la imagen sin tener que estar leyendo subtítulos. También hay que destacar los paisajes bajo el agua, algunos realmente llamativos, y además aprovechados para denunciar la suciedad que algunos irresponsables vierten en el medio ambiente.
Se trata, en suma, de un juego absolutamente desenfadado que, aunque busca concienciar, no oculta que es un puro entretenimiento muy alocado. Por su ingente cantidad de violencia, está restringido a los mayores de edad y que tengan una gran paciencia para lograr controlarlo.