Duodécima entrega de las novelas policiacas de Lorenzo Silva (Madrid, 1966) protagonizadas por la conocida pareja de guardias civiles Bevilacqua (Vila) y Chamorro. Con más páginas de las que acostumbra, en esta ocasión parece querer ir más lejos que en las novelas anteriores, y aborda el terrorismo de ETA a partir de una amplia documentación sobre hechos reales que presenta suficientemente deformados para que no se reconozca a los auténticos protagonistas.
El argumento arranca en el presente con la noticia del asesinato, en la isla de Formentera, de un antiguo militante de ETA. El caso es asignado a Vila. A partir de ese momento, alternando con la investigación de este crimen, se desmenuza el relato de los años en que un joven guardia civil –el propio Bevilacqua– estuvo metido de lleno en los momentos más difíciles de la lucha contra el grupo terrorista.
La novela reconstruye tanto los meses de instrucción como los trágicos hechos; todo ello aderezado con jugosas informaciones sobre la historia de ETA y la visión de los terroristas, junto con la descripción del ambiente que se vivió en muchos pueblos vascos, donde se ensalzaba la violencia y el terror. El odio se concentraba especialmente contra la Guardia Civil.
A la investigación que lleva a cabo Vila –Chamorro se incorpora en la parte final– y a sus ramificaciones en el pasado, Silva añade una trama gay y escenas de contenido sexual.
Como en otras novelas de la serie, Vila aborda esta compleja historia con la compañía de una obra clásica de fondo; en esta ocasión, La guerra del Peloponeso, de Tucídides, que le sirve para mostrar el error de los habitantes de Corcira –de ahí el título de la novela– al luchar entre ellos.