Basada en la novela homónima de Philip Roth, la historia alternativa que propone esta ficción recuerda a la serie El hombre en el castillo (2015-2019). En ambos casos, Estados Unidos cede ante el nazismo cambiando el orden internacional vigente hasta entonces. Pero si la serie basada en la novela de Philip K. Dick arranca con una rendición norteamericana ante los japoneses tras una invasión, La conjura contra América parte de la posibilidad de que Hitler no tuviese que atacar para dominar el otro lado del Atlántico. El presidente americano Charles Lindbergh es un títere en manos del dictador alemán que permite la persecución a los judíos en territorio americano.
David Simon, uno de los creadores y guionistas de máximo prestigio internacional gracias a series como The Wire, Treme o Show Me a Hero, es el alma de esta adaptación televisiva. Como suele ser habitual en sus trabajos, la cadencia en el relato es detallista y pausada, construyendo una atmósfera que puede encandilar con su sugerencia o distanciar con su parsimonia. Al igual que en la novela original, la historia está contada desde el punto de vista de un niño de 8 años que acentúa el dramatismo y la incredulidad ante una violencia social imprevisible a punto de explotar.
El diseño y la interpretación están a la altura de una gran producción televisiva de HBO. Entre los actores destacan veteranos reconocidos como Winona Ryder y John Turturro (dos intérpretes de cine que, desde hace años, hacen sus mejores trabajos para televisión), y también artistas emergentes como Zoe Kazan (La gran enfermedad del amor) o Morgan Spector (Homeland), que componen un matrimonio conmovedor ante la ruina de una civilización. Lo más sorprendente es el peso dramático que soportan los actores más jóvenes, que están espléndidos. Especialmente, Azhy Robertson (que ya mostró su talento en Historia de un matrimonio) y el primerizo Caleb Malis se convierten en el eje sobre el que se construye toda la historia.
Aunque la serie tiene innumerables virtudes narrativas en el desarrollo de los personajes, adolece de algunas carencias en la evolución de la trama que hacen que el relato no tenga siempre la tensión y ritmo que merecería. Particularmente en los dos últimos capítulos, hay una previsibilidad y falta de emoción que hace que la serie no sea lo sobresaliente que apuntaba en sus prometedores inicios.