Menos conocido que otros, como Bernanos o Bloy, Joseph Malègue también formó parte de ese elenco de escritores católicos que unió, con extraordinario talento, su vocación por la literatura con sus convicciones religiosas. En este sentido, estamos de enhorabuena porque Augustin o el maestro está allí (1933), comparada en su momento, tal vez exageradamente, con En busca del tiempo perdido, se traduce por primera vez al castellano, ofreciéndonos el apasionante recorrido de un alma que quiere encontrar a Dios.
Malègue, además, se ha vuelto a poner de moda con motivo de la exhortación Gaudete et exsultate. Es de él de quien Francisco toma la afortunada expresión “clases medias de la santidad”, como explica el traductor, José Antonio Millán Alba,…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.