Giosuè Calaciura, nacido en Palermo en 1960, es periodista y ha publicado varias novelas con las que ha obtenido algunos premios; la más conocida y traducida es Los niños del Borgo Vecchio (Periférica, 2019). Ha merecido, entre otros, los elogios de Andrea Camilleri.
Una víspera de Navidad, alguien ha dejado a un recién nacido negro en un asiento de un tranvía que recorre barrios periféricos de una ciudad indeterminada. A partir de este suceso, el autor va narrando en breves capítulos las vidas y las reacciones de los escasos pasajeros que van subiendo al transporte público. Salvo una enfermera, se trata de personas marginadas: un adolescente africano que sobrevive con otros en unas ruinas y busca a su hermana, un sirviente filipino, un artista que padece la enfermedad de Alzheimer, un viudo que trata de lograr los favores de una prostituta enferma a cambio de comida, una pareja de hecho que pasa hambre y está en crisis… Además, está la figura enigmática del conductor, que procura aislarse de los pasajeros a los que transporta.
Todo apunta a un texto de denuncia social, hasta que, en los últimos capítulos, se produce un cambio notable de perspectiva y aparecen la magia, el sueño o quizá el milagro, en un trasfondo quizá de comparación de los sucesos que se narran con los de la gruta de Belén. Por lo menos, el autor deja al lector que se plantee algunos interrogantes acerca del inesperado final y su significado.
La prosa de Calaciura, bien traducida por Natalia Zarco, es muy expresiva, llena de imágenes impactantes al describir los suburbios de la ciudad y las reacciones de los protagonistas. Junto a la ironía y la protesta, ofrece también una mirada de compasión ante el dolor, la injusticia, la marginación y cierta apertura al misterio y a la trascendencia con el sorprendente final.
