La crisis del covid-19 está haciendo que nazcan muchos menos niños, según las primeras estimaciones de varios países. El descenso es el mayor desde el fin del baby boom o incluso antes. La incógnita es hasta qué punto se recuperará la natalidad cuando haya pasado la pandemia.
Los números provisionales de nacimientos en diciembre de 2020 son los primeros que reflejan la repercusión del coronavirus. Los países que los han publicado hasta ahora registran una brusca caída. La tabla muestra algunos ejemplos.
Ahí se ve que Hungría, uno de los pocos países desarrollados donde estaba subiendo la natalidad, ha experimentado un repentino cambio de signo. La vigorosa política de ayudas, incluida la financiación pública de la reproducción asistida, ha quedado anulada por la pandemia.
También Francia tiene una generosa política familiar, y su natalidad era más alta que en la mayoría de los países europeos. La fuerte caída en diciembre de 2020, –7%, casi se duplicó en enero siguiente, hasta el –13,5%, según las cifras publicadas la semana pasada por el organismo estadístico nacional. No se conocía un descenso semejante desde 1975. Y enero es solo el primer mes en que todos los niños nacidos fueron concebidos con la pandemia ya declarada.
Con muchas menos ayudas a la familia, y natalidad ya muy baja desde mucho antes de la pandemia, Italia y España registran los mayores descensos. En España, los nacimientos en 2019 fueron el número anual más bajo desde el inicio de la serie estadística, en 1941. Los datos provisionales del primer semestre de 2020 son peores aún, y ya caben pocas dudas de que en 2021 habrá un nuevo mínimo. Lo mismo ocurre en Italia, donde en 2019 hubo 200.000 muertes más que nacimientos.
También en otros países de Europa, como Austria o Bélgica, se observan descensos de la natalidad, aunque menos marcados. En EE.UU., datos de 29 estados muestran un 7,3% menos de nacimientos en diciembre último en comparación con el mismo mes de 2019.
Hijos aún más aplazados
Es normal que una crisis provoque un descenso de la natalidad. La cuestión es si habrá un remonte cuando la actual pase. En gran parte, depende de cuánto dure: cuanto más larga sea, menos probable es que se recupere el nivel anterior de nacimientos.
Lo que frena la natalidad es principalmente la incertidumbre de la gente. Una encuesta de la organización italiana Osservatorio Giovani en cinco países europeos (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido) halló que más de dos tercios de las parejas que habían planeado tener un hijo en 2020, cuando empezó la pandemia decidieron posponerlo. Otro sondeo anterior, del Guttmacher Institute en EE.UU., muestra que ya en abril y mayo del año pasado, un tercio de las mujeres en edad fértil querían aplazar la maternidad.
Aun si la emergencia sanitaria termina dentro de este año gracias a las vacunas, la inseguridad económica bien puede tener efectos más duraderos. También la recesión económica provocada por la crisis financiera de 2008 hizo bajar la natalidad, y cuando llegó la pandemia, en muchos países no se había vuelto a los niveles anteriores, que tampoco eran altos. Por ejemplo, entre 2008 y 2018, la tasa de fecundidad en EE.UU. bajó de 2,07 hijos por mujer a 1,73, y en Francia, de 2,01 a 1,88. España, que en 2008 había subido a 1,45 desde su mínimo histórico de 1,13 en 1998, comenzó la pandemia con una tasa de 1,23.
Así, el problema para la generalidad de los países desarrollados es que llueve sobre mojado, lo que hace más difícil el repunte posterior. La pandemia puede suponer una caída de nacimientos breve en una población joven, pero el aplazamiento de los hijos fácilmente termina siendo definitivo cuando ya se venían retrasando y las personas en edad de procrear son cada vez menos. En España, la edad media de las madres que dieron a luz en 2019 era de 32,25 años, y la de aquellas que lo hicieron por primera vez, de 31,1 años: 14 y 18 meses más, respectivamente, que en 2009. Un retraso de uno o dos años por la pandemia reduce considerablemente la probabilidad de que venga después otro hijo.