Conocidas como “las niñas Mitford”, las vidas de las seis hermanas Mitford, hijas del barón de Redesdale, continúan despertando interés. Todas ellas, cada una con su carácter, su estilo y su manera de entender el mundo, son un buen termómetro de las contradicciones de la vida social y política de Inglaterra antes y después de la Segunda Guerra Mundial.
Las más conocidas fueron Nancy, que triunfó como novelista tras la guerra, especialmente a partir de A la caza del amor y Amor en clima frío; Jessica, la comunista, que contó su agitada biografía en Nobles y rebeldes; Unity, estrechamente vinculada con el nazismo y amiga personal de Hitler; y Diana (1910-2003), la que en su tiempo suscitó mayor interés público por su matrimonio con el multimillonario Bryan Guinness, su posterior divorcio y su unión con Oswald Mosley, el líder del partido de la Unión Británica de Fascistas. Estas memorias fueron publicadas por vez primera en 1977, pero en ediciones posteriores la autora fue añadiendo algunos capítulos que hablan de la muerte de su marido, del tumor cerebral que padeció y de sus últimos escritos.
Las novelas de Nancy Mitford describen con mucho humor la decadencia de la aristocracia inglesa, ilustrada de manera menos corrosiva en estas memorias de Diana, en las que relata cómo transcurrió su infancia entre institutrices, su pasión por la lectura, los frecuentes viajes y las vacaciones de verano en diferentes casas familiares. A los 18 años se casó con Bryan Guinness, con el que tuvo dos hijos. Pero pocos años después, en 1932, se enamoró de Oswald Mosley. Se divorció de Bryan y en 1936 contrajo matrimonio con Mosley en Berlín, en el salón de la casa de Goebbels, ceremonia a la que asistió Hitler.
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial trajo numerosos dramas familiares. Unity intentó suicidarse el 3 de septiembre, cuando Inglaterra declaró la guerra a Alemania. Sobrevivió hasta 1948 con graves daños cerebrales. Su hermano Tom murió en 1945 durante la guerra. Y Oswald y Diana, lo mismo que los miembros de la Unión Británica Fascista, fueron detenidos y encarcelados. Al acabar la guerra se establecieron en París.
Diana escribe sobre sus peripecias personales, defiende la actitud política de su marido (en el contexto histórico de aquellos años), a la vez que habla de sus hijos, de sus hermanas, de sus padres y de sus numerosos amigos, muchos de ellos procedentes de la intelligentsia artística y literaria de su tiempo, como Lytton Strachey, la pintora Dora Carrington, el escritor Evelyn Waugh, el esteta Harold Acton y, entre otros muchos, los duques de Windsor, a los que incluso dedicó un libro.
En sus memorias, escritas con un estilo entretenido, pulcro y elegante, Diana destaca la filosofía de vida que unió a su familia: la pasión por ver el lado divertido de todo y las muchas ganas de vivir. Como escribe, “al final de una larga vida me parece cierto que las risas y el cariño de los amigos de los que habla Belloc se encuentran sin duda entre las cosas que han hecho que valiera la pena vivir; los amigos y los parientes”.