En un pueblo recóndito de la Sierra de México las familias viven con la inquietud permanente de que sus hijas sean secuestradas por la guerrilla o la policía, algo que ya ha sucedido en numerosas ocasiones. Esta situación hace que los habitantes preparen escondites mientras permanecen atentos a cualquier ruido amenazante.
Tatiana Huezo nació en San Salvador en 1972, y desde 2011 había dirigido su trayectoria profesional hacia el cine documental. El lugar más pequeño (2011), Ausencias (2015) o Tempestad (2016) mostraban retratos femeninos de supervivencia en un entorno hostil marcado por la violencia y la ausencia del padre. Noche de fuego sigue esa misma tendencia argumental con un lenguaje elíptico y simbólico muy brillante. Se entiende que la película haya triunfado en los festivales de Cannes y San Sebastián, y que estuviera entre las preseleccionadas para los Oscar.
Una película que sugiere y exige al espectador con un ritmo parsimonioso que puede resultar excesivo para una trama tan escasa y un metraje de casi dos horas. Hay momentos de una belleza incuestionable en las localizaciones y la planificación, así como un nivel interpretativo excelente y contenido a lo largo de toda la historia; pero quizás el discurso y las metáforas visuales deberían tener más recorrido dramático y menos reiteraciones.