Son muchas las voces que hablan de la crisis del poder desde un punto de vista político, en un momento en que la fragilidad de las instituciones parece cada vez más palpable y el auge de movimientos populistas hace crecer la desafección por la democracia. En este contexto, la magistrada Natalia Velillla analiza los problemas del liderazgo actual, tanto en la esfera pública como privada. Alude al desprestigio de la autoridad, atribuyéndolo a un cambio en el modelo y a la irrupción de las nuevas tecnologías. Pero, asimismo, cree que existe una intención de deslegitimar a quienes encarnan la autoridad para subvertir el sistema.
La celebritas ha sustituido a la autoridad tradicional, tanto a la integridad moral –la auctoritas– como a la responsabilidad que nace del cargo, la llamada potestas. La imposición de lo célebre exige renunciar a la verdad y apostar por la cantidad para acrecentar el número de likes o de seguidores. Se trata del triunfo de la emotividad frente a la razón, lo que preanuncia la victoria del populismo frente al derecho.
Velilla, con experiencia en juzgados de familia, alerta de que los medios desacreditan la autoridad de la figura paterna al presentar a los padres como personas estúpidas y en clara situación de inferioridad intelectual y moral respecto de sus hijos. El hogar deja de ser visto como un lugar de aprendizaje y gestión de las emociones, lo que se traduce en una sociedad cada vez más infantilizada.
Para resolver esta crisis, la magistrada española apuesta por impulsar la educación en valores democráticos, pero incluyendo en ella el respeto a la autoridad, la asunción de responsabilidades y una actitud positiva ante el cumplimiento de las obligaciones. Como cauce para conseguir todo, aboga por revitalizar el papel de los padres, huyendo de ideas simplificadoras, como la que sostiene que los menores están en situaciones de decidir lo que es mejor para ellos.
Al hilo de sus reflexiones en torno a la autoridad y su desprestigio, se recogen consideraciones importantes sobre el populismo, por ejemplo, o sobre las causas de la polarización. Para la autora, es imprescindible la moderación de contenidos en la red, pero cree que no deberían ser las compañías tecnológicas, sino un juez o un organismo público independiente, fiscalizado por el poder judicial, los que determinaran lo objetivamente dañoso. “El abandono de nuestros derechos en manos de empresas privadas está consiguiendo que se normalice la ‘justicia privada’ que ofrecen las plataformas, esa que no obedece al Estado de Derecho ni al principio de legalidad, sino a rentabilidad económica”, denuncia.
La crisis de la autoridad es ecuánime en sus planteamientos y valiente en las denuncias. El libro es sencillo de leer y contiene numerosos ejemplos tomados del día a día, cercanos al ciudadano. Puede ayudar a reflexionar a quienes ocupan puestos de liderazgo en la sociedad civil.