Karim D. es el escritor comprometido de origen árabe al que todos quieren entrevistar. Un influencer necesario para contrarrestar las corrientes políticas favorables a imponer mayores restricciones en la política migratoria francesa. Pero todo cambia cuando se descubre que, hace varios años, este líder mediático utilizó el seudónimo Arthur Rambo para realizar comentarios homófobos y antisemitas en redes sociales.
Laurent Cantet (Recursos humanos, La clase, Regreso a Ítaca) es uno de los cineastas franceses que merece la atención mediática y la presencia de sus películas en los mejores festivales del mundo. Su cine es preciso, inteligente y universal. El reflejo de la actualidad es atractivo y dinámico, con un ritmo en el que hay tiempo para la reflexión y la sutileza. Arthur Rambo tiene un metraje de 87 minutos que resulta suficiente para mostrar la celeridad de los procesos de cancelación mediática.
El director es muy ágil en mostrar la vanagloria e influencia de un joven que parece haber llegado en el momento más indicado para cambiar la sociedad en la que vive. El protagonista está interpretado por Rahba Nait Oufella, que ya trabajó con el director en La clase. En su rostro vemos la transformación de héroe encantador a villano imprevisto.
Al recorrido dramático de la historia quizás le falta un final más rotundo, aunque es evidente que el cineasta quiere dar las riendas al espectador para que elija por sí mismo y extraiga sus conclusiones. La película abre muchos debates con diálogos incisivos y escenas de construcción muy hábil. En la escritura del guion quizá lo más acertado es la relación del protagonista con su familia, que permite descifrar las capas de verdad y disfraz que tiene un personaje público de esas características.