Cada día queda más claro que los videojuegos hace tiempo que dejaron de ser algo “para los más pequeños de la casa” o “juegos con vídeos que cuentan historias livianas”. Porque si uno juega a Neversong, desde luego se queda con mal cuerpo, y no porque sea mal título ni mucho menos, sino porque habla de asuntos de adultos y no es complaciente para nada. Es el perfecto ejemplo de que una historia personal oscura y dura se puede trasladar al terreno del ocio interactivo, entretener y, a la vez, hacer reflexionar profundamente.
Decimos historia personal porque el mismo responsable de este juego asegura que se basa en algo que él vivió: se despertó de un coma que casi acaba con su vida, tardó mucho en recuperarse y, mientras, perdió el contacto con sus amigos de la Universidad, que continuaron con su vida con normalidad; finalmente encontró refugio y consuelo en los videojuegos y así nos lo cuenta: Peet es un niño que despierta de un coma y descubre con sorpresa que su novia Wen ha desaparecido. Los adultos fueron a buscarla y no han vuelto. ¿Qué ha pasado? Poco a poco lo iremos descubriendo.
Neversong es un juego muy duro que abarca temáticas adultas como la amistad, la muerte e, incluso, el acoso escolar. Nuestro cometido es avanzar y volver sobre nuestros pasos en scroll lateral, como los clásicos juegos retro, e ir resolviendo puzles, hablar con otros personajes, recoger objetos necesarios para avanzar y, finalmente, confrontar algunos jefes finales. No necesita más para hacernos vivir intensamente las cuatro horas que dura si lo jugamos con calma, todo con un estilo gráfico muy llamativo que tiende a los colores oscuros y bebe mucho de obras clave como Limbo.
Técnicamente sorprende lo fluido que se mueve y los muchos detalles que se ocultan en la superficie, además de una bonita banda sonora que acompaña a la perfección. Lo que se le puede achacar es que el salto no es muy exacto y nos va a hacer repetir muchas veces la misma acción. Igualmente se agradece que llegue con textos en castellano (las voces están en inglés), pero lamentablemente con numerosas faltas de ortografía que convendría revisar.
Neversong no hace historia ni innova en ningún campo; tampoco lo pretende. Es la expresión de un creador que se sintió solo, buscó ayuda y la encontró en este apasionante terreno. Es una denuncia contra la soledad y el acoso (sobre todo escolar). Merece la pena disfrutarlo con calma y tener la mente abierta. Eso sí, por sus contenidos se recomienda a partir de los 16 años, para poder entenderlo completamente.