Selección y coordenadas de series infantiles

El pasado junio se estrenaba en salas de cine Lightyear, la última producción de Pixar. Esta película ha reabierto el debate sobre los contenidos audiovisuales y su influencia en la educación de los más jóvenes. En esa misma dirección, las series de televisión clasificadas como infantiles han invadido las diferentes plataformas generando reacciones muy diversas entre los padres, profesores y psicopedagogos. En este artículo seleccionamos algunos de las conclusiones de estudios especializados y una lista de series infantiles clasificadas por edades y contenidos.

Las generaciones de padres actuales nacidos en los primeros años de la transición española recuerdan su infancia asociada a dos cadenas de televisión, y un horario concreto y escaso de series para los más pequeños. Buena parte de esta programación en España estaba compuesta por ficciones extranjeras, algunas de ellas tan populares como incuestionables desde un punto de vista artístico y educativo.

El caso más paradigmático es el de las ficciones de animación basadas en obras literarias adaptadas por el maestro japonés Hayao Miyazaki: Heidi, Sherlock Holmes, Marco… Sin embargo, las coproducciones españolas con países como Japón, Portugal o Reino Unido fueron ocupando un lugar primordial en los hogares familiares con series como D’Artacan y los tres mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fogg o David el gnomo. Fue una edad dorada de la ficción para todos los públicos que se complementaba con series americanas (Dragones y mazmorras, Los diminutos, Inspector Gadget) y europeas (La Superabuela, Pippi Calzaslargas). Una prueba evidente de la perdurabilidad y aceptación de los padres de estos títulos es la reposición de estas series en los años 90, y actualmente en plataformas como Amazon Prime o Filmin.

De “La bola de cristal” a “Tadeo Jones”

Lectores en acción

traer amigos a

transforma vidas

Quiero colaborar

Las primeras controversias sobre los contenidos infantiles llegaron con La bola de cristal, iniciada en 1983 bajo el paraguas del partido socialista recién llegado al poder. La bruja Avería gritando: “¡Viva el mal! ¡Viva el capital!”, se convirtió en todo un icono. Su creadora, María Dolores Rico (1935-2019) reconoció posteriormente su evidente intencionalidad. El programa ocupó la franja matinal hasta 1988, cuando Pilar Miró, entonces directora de RTVE, tomó la decisión de cerrar el programa y sustituirlo por el fallido Cajón desastre.

La industria española de animación en los años 90 logra una mayor independencia de las grandes productoras internacionales con series que utilizaban una novedosa (y muy rudimentaria) tecnología informática de animación. Delfy y sus amigos o Los fruittis logran un éxito mucho más relativo que sus predecesoras, aunque ponen las primeras bases de una producción pionera de animación digital que no se desarrollaría en España hasta dos décadas más tarde con películas como Planet 51 (2009), Justin y la espada del valor (2013) o el taquillazo en forma de trilogía de Las aventuras de Tadeo Jones (2012-2022). En todo este recorrido, las historias y los personajes son muy distintos, pero siempre con un ideario de respeto y apertura a los demás, que contrasta con la animación norteamericana que empieza a finales de la década de los 80.

Los Simpson y el anime revolucionan los 90

La primera temporada de Los Simpson se estrenó en Estados Unidos en 1989, y en España en 1991. Era el pistoletazo de salida hacía una animación de doble lectura que incluye discursos adultos en un formato que puede resultar engañoso. De hecho, series de animación muy populares como Bob Esponja, South Park, Padre de familia, Naruto, Las chicas superpoderosas o El increíble mundo de Gumball son en realidad series para mayores debido a la temática, el vocabulario e incluso la violencia.

La Academia Americana de Pediatría recomienda nulo uso de pantallas hasta los 18 meses, solo una hora al día entre los 2 y los 5 años, y tiempo y contenidos controlados por los padres a partir de los 6 años

Algo parecido sucedía con las series japonesas que, a comienzos de los 90, empezaron a conquistar las cadenas de televisión europeas. Uno de los primeros éxitos de la recién nacida Telecinco fue Campeones, una ficción nipona que arrasó en su país de origen entre 1983 y 1986, trasladando esa fascinación Europa y América Latina por un fútbol excesivamente psicologizado de jugadores “voladores” y golpeos de balón más cercanos al kárate que al deporte rey. Más allá de consecuencias secundarias de la serie derivadas de ese exceso de complejidad interior de los protagonistas durante los partidos, Campeones generó una adicción en los niños que no resultaba ni mucho menos deformativa.

El inicio de las cadenas autonómicas en España a principios de los 90 está asociado a un anime que se hizo muy popular con sus doblajes al catalán, gallego o euskera en la TV3, TVG o ETB. Dragon Ball fue censurada en muchos países por sus contenidos explícitos de violencia y erotismo, que se convirtieron en una referencia en muchas ficciones de éxito posteriores como Bleach, One Piece o Naruto.

Las plataformas-niñera

Todas estas series gozan de una mayor difusión a partir del boom de las plataformas, que multiplican cada año las posibilidades de entretenimiento a todo tipo de públicos. Si a esto unimos el aumento considerable de familias en que los dos cónyuges trabajan fuera de casa y pasan menos tiempo con sus hijos, la multiplicación de horas de streaming de los menores solos frente a la pantalla facilita una solución que parece tan discutible como inevitable. Este hábito puede llegar a aturdir al niño, especialmente cuando la mayoría de las series pueden verse de forma continuada, un episodio tras otro, lo que hace que el tiempo de visionado se realice de forma desproporcionada.

La Academia Americana de Pediatría es muy clara al respecto: recomienda el nulo uso de pantallas hasta los 18 meses (con excepción de videollamadas familiares). De 2 a 5 años aconseja únicamente una hora al día de programas de alta calidad que han de ser supervisados. De 6 años en adelante, los padres “deben establecer límites coherentes sobre el tiempo y el tipo de contenido que usan, y cerciorarse de que su consumo no acapare el tiempo para al sueño adecuado, actividad física y otros comportamientos esenciales para la salud”.

Si los niños ven contenidos de calidad, cuando empiecen a tener criterio propio, les gustarán más ese tipo de series que además de entretener, fomentan su inquietud intelectual sin agredir su sensibilidad

La psicoterapeuta Clotilde Sarrió explica que muchos padres piensan que los dibujos animados carecen de efectos nocivos para los menores; pero la violencia explícita en esas producciones “es tan frecuente como preocupante”. Por otra parte, el uso indiscriminado y abusivo de las pantallas por parte de los menores “puede ser fuente de ansiedad en el niño, mermar su capacidad creativa, fomentar la agresividad y alentarle a buscar emociones y sensaciones potencialmente peligrosas para su integridad física y su salud mental”.

Un complemento más que un salvavidas

Los expertos recomiendan para estos primeros años aquellos dibujos en los que el niño en cierta medida interactúe, que su visionado no sea pasivo y que complementen en cierta medida el aprendizaje del colegio. Así sucede por ejemplo en series como Dora la exploradora, Thomas, el tren, Pocoyó, Dino Dana, Little Einstein o La casa de Mickey Mousse. Si el tiempo que pasan los niños delante de las pantallas lo dedican a contenidos de calidad, a partir de cierta edad, cuando empiezan a tener criterio propio, les gustarán más ese tipo de series que además de entretener, fomentan su inquietud intelectual sin agredir su sensibilidad.

Izzy y los koalas es un buen ejemplo de serie infantil en imagen real que pretende aportar conocimientos e impulsar hábitos en los espectadores. Aunque muestran un mundo poco probable en el que una chica, junto a su familia, cuida de koalas enfermos hasta que pueden volver a integrarse en su hábitat, en esta ficción se subraya el amor por la naturaleza y el afecto entre padres e hijos en un ambiente de observación serena, que favorece la educación de una generación que tiende más a la aceleración y la falta de concentración.

Como el aumento de oferta audiovisual ha llegado también a las series infantiles, este artículo termina con una selección de casi un centenar de títulos que incluye la edad que parece adecuada para ver cada una, las plataformas en que está accesibles y una calificación que evalúa su influencia educativa.

A la vez aparece en esta web una lista de series que completará la selección de películas que empezó en el mes de enero con una selección de 1.200 títulos, y que ha ido creciendo hasta llegar a más de 2.000. Este centenar de series infantiles que aparece a continuación se incluirán también en el nuevo listado.