Hay una brecha inmensa entre el budismo original tal como se vive en Asia y el que ha sido difundido para uso de Occidente. La antropóloga francesa Marion Dapsance lo pone de relieve en una entrevista publicada en Le Monde.
Dapsance advierte que la mayor parte de los adeptos occidentales han descubierto el budismo por los libros a partir del siglo XIX. Este es un fenómeno típicamente occidental. En cambio, la gran mayoría de los budistas de Asia no tienen una relación libresca con esta religión. “La descubren por impregnación cultural y familiar, y su práctica se resume a menudo a la recitación de algunas oraciones, donativos en favor de los monjes y veneración de reliquias, con el fin de purificar su karma”.
“Las obras de filosofía o de sabiduría budistas de las que disponemos desde hace siglo y medio en Occidente son en buena parte reinvenciones calcadas sobre un modelo cristiano, al que se pretende contraponer”, afirma Dapsance.
“Parece que los occidentales están más dispuestos a aceptar la mitología budista que la teología cristiana, lo que deja entrever sus verdaderas motivaciones: en contra de lo que afirman no es la religión lo que rechazan, sino el cristianismo”.
“Los textos doctrinales del budismo, desconectados de toda realidad cultural y social asiática, son así elevados al rango de filosofía y pensados frente al contramodelo de un cristianismo pasado de moda: sin Dios, sin dogma, sin jerarquías, sin sobrenatural. Pero esto es falso: las divinidades abundan y las verdades que hay que aceptar sin razones son legión”.
Dapsance piensa que el prestigio que el budismo tiene en Francia frente a las religiones monoteístas se debe fundamentalmente a que “el budismo es mal conocido”. “Los europeos conocen bien el cristianismo, que es el fundamento de su cultura. Al menos les es vagamente familiar, pues no puede decirse que lo conozcan verdaderamente. Además, el cristianismo ha sido objeto de burlas y denigración desde el siglo de las Luces”.
“En cuanto a la sumisión debida al clero y basada en un principio de desigualdad, no se la encuentra en el cristianismo; en cambio, los monjes budistas son ontológicamente superiores al común de los mortales”. “La cultura tibetana no es igualitaria, ni promueve especialmente el libre arbitrio (nociones eminentemente cristianas, que se pretende querer encontrar entre los otros)”.
Marion Dapsance publicó en 2016 la obra titulada Les Dévots du bouddhisme, una investigación sobre la “reinvención de la práctica de la meditación” en centros budistas tibetanos presentes en Francia. “La obra muestra cómo los estudiantes de estos centros son progresivamente llevados a adherirse no solo a las prácticas tradicionales del budismo tibetano, que incluyen devoción al maestro, rituales esotéricos, creencia en divinidades y demonios, sino también a sufrir ciertas derivas mistificadoras y autoritarias de parte de enseñantes faltos de ética. Humillaciones, golpes, culto a la personalidad…”.
La antropóloga completó su trabajo en 2018 con la publicación de una obra más generalista sobre el budismo en Occidente: Qu’ont-ils fait du bouddhisme? Su conclusión es que hay un malentendido cultural a propósito de la noción misma de budismo entre Occidente y Asia.