Annie Ernaux: notaria de la memoria personal y colectiva

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Annie Ernaux. CC: Lucas_Destrem

 

“No hay prácticamente ficción en la mayoría de mis libros”, ha declarado la escritora francesa Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022. Autora de más de veinte obras, su literatura tiene como objetivo la narración de la memoria, personal y colectiva, “que es lo que te da la identidad”.

Sin embargo, aunque el principio y el fin de sus novelas tienen a ella como principal protagonista, Ernaux escribe desde el “feminismo impersonal”. Así logra distanciarse de sentimientos y recuerdos, hasta el punto de que parece que le hubiesen sucedido a otra persona. Esto da a sus obras un valor sociológico, quizás sesgado, al revelar los conflictos identitarios de una mujer que vive en la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI. Para Ernaux, “quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mi sensación y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general”.

Nació en Lillebonne en 1940. Procedente de una familia de obreros que luego fueron comerciantes, estudió en la Universidad de Rouen. Hasta el año 2000 ha sido profesora de letras modernas. Casada y madre dos hijos, se separó de su marido cuando empezó a dedicarse a la literatura: “El hecho de escribir acabó con mi matrimonio”. Todas sus vicisitudes personales y familiares, recientes y pasadas, su matrimonio y sus amantes, aparecen con asiduidad en sus novelas, formando el entramado de su espeso mundo narrativo.

Comenzó a publicar en la década de los setenta del pasado siglo. Su primer libro fue Los armarios vacíos (1974), curiosamente su última obra editada en España. Desde entonces, más de veinte novelas en las que se enfrenta con su pasado y también con su presente más inmediato. En ellas, con una prosa intimista y ardua, sin florituras y sin mucha retórica, aborda de manera seca y directa su vida, sin esquivar asuntos espinosos, abriendo su alma a sucesos a menudo duros.

El dolor familiar, sin tapujos

Especial importancia tiene en su literatura el trato con su padre y con su madre, a los que dedicó varias novelas: El lugar (1983), en la que describe la tensa relación que mantuvo con su padre y su pronta muerte a finales de los sesenta, cuando la autora comienza a ser profesora de secundaria; y dos novelas sobre su tierna y compleja relación con su madre a lo largo de muchos años, Una mujer (1987), y la dedicada a su enfermedad y muerte en 1986 tras padecer alzhéimer, No he salido de mi noche (1997).

También la memoria familiar protagoniza La vergüenza (1997), que revive un doloroso episodio cuando la autora tenía doce años; y una de sus obras más conocidas, Los años (2008), que abarca sus memorias de infancia y juventud y, además, varias décadas de historias familiares protagonizadas por diferentes generaciones desde los años de la posguerra mundial.

Ernaux abordó su primera experiencia sexual en Memoria de chica (2016), en la que el regreso memorialístico a la colonia de vacaciones en 1958 le da pie para reconstruir momentos claves de su pasado. En sus años universitarios practicó un aborto clandestino, que también convirtió en la materia de su novela El acontecimiento (2000), adaptada en una película homónima. Hace unos días, en sus declaraciones tras conocerse la decisión del jurado del Nobel, reiteró su militante defensa del derecho al aborto.

“Quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mi sensación y mis pensamientos se conviertan en escritura”

Tras su ruptura matrimonial, descrita de manera indirecta en La mujer helada (1981), un frío relato sobre el papel de la mujer en el ámbito doméstico, la autora expuso en sus novelas sus aventuras con amantes, como hace en Perderse (2001), diario íntimo en el que describe su secreta aventura como amante en la sombra de un diplomático ruso, asunto que había convertido en novela anteriormente en Pura pasión (1992); y en la original novela El uso de la foto (2005), en la que 14 fotografías tomadas con su amante Marc Marie dan pie para escribir un conjunto de textos intimistas donde aparecen también las consecuencias del cáncer de mama que padeció la autora.

De lo personal a lo colectivo

Casi siempre desde una perspectiva feminista, la autora se enfrenta en otras obras con el medio donde vive y con sus costumbres cotidianas, como ir al supermercado, cuestión que ha tratado en uno de sus libros más difundidos y sociológicos, Mira las luces, amor mío (2014). Se trata de un diario donde define las grandes superficies como “el teatro de la sociedad”, ese lugar en el que se perpetúan e imponen los estereotipos, también sexuales.

En España, Ernaux ha sido muy bien editada por dos editoriales, Tusquets y Cabaret Voltaire, editorial pequeña que publicará próximamente las obras de la autora que faltan por traducir, además de hacerse con todos los derechos de edición a partir del año 2027. En su ya larga trayectoria, la autora ha obtenido premios importantes como el Formentor, el de la Academia de Berlín, el Strega y el Renaudot, entre otros.

“Ver para escribir es ver de otra manera”, ha escrito la Premio Nobel 2022. Y todo ello con una finalidad íntima, colectiva y también política, pues la memoria –su principal tema literario–sirve para analizarse, rebelarse o para exponer de manera precisa cómo se perpetúan las fijaciones ideológicas. “Mi método –ha dicho– es contar las cosas como son, despojándolas de la mirada condescendiente de la clase dominante”.

El jurado del Premio Nobel ha destacado “la fuerza liberadora” de su contundente escritura, para la que emplea contenidos universales desde una perspectiva “clínica”, gris y sombría, como “la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ser quién eres”.

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