Ámsterdam es la ciudad donde se recuperaron de sus terribles heridas de la Gran Guerra el doctor Berensen y su amigo y compañero de armas Harold Woodman, bajo los cuidados de la encantadora y excéntrica enfermera Valerie. Años después, en 1933 y en Estados Unidos, comienza nuestra historia. El doctor Berensen malvive atendiendo a veteranos de guerra, y Liz Meekins le pide que realice la autopsia de su padre, el general Meekins –fundador del batallón donde sirvieron Berensen y Woodman–, porque sospecha que su muerte no ha sido natural. En efecto, el general ha sido envenenado, Liz es asesinada y el doctor Berensen y Harold Woodman se ven implicado en una oscura trama que podría cambiar la historia de Estados Unidos.
Ámsterdam es una película difícil de catalogar, como la mayoría de las películas de David O. Russell. El director de Joy y de La gran estafa americana mezcla tantos elementos, todos ellos de interés, que suele caer en la falta de equilibrio. Con todo, la película es atractiva. Comienza como un thriller clásico, y recuerda la situación lamentable de los veteranos de guerra, en particular aquellos que quedaron con secuelas. Recuerda la época de la Gran Depresión y cómo aquel caldo de cultivo, que propició la llegada al poder de Hitler y Mussolini, también se dio a su modo en Estados Unidos, y lo cuenta en tono de farsa. A una intriga política superpone un thriller negro –estamos en la época de Dashiell Hammett– y una o dos tramas románticas. La historia es compleja, hay muchos personajes que tienen algo que decir, y las dos horas y cuarto de duración no alivian nada la complejidad, sino todo lo contrario. El espectador agradecería menos minutos y más claridad.
Pero la historia es interesante, la puesta en escena y la ambientación están logradísimas, y el reparto es apabullante. Christian Bale interpreta a un extraño y carismático doctor Berensen, deforme y con un ojo de cristal. John David Washington, hijo de Denzel, no tiene el carisma de su padre, pero compone un personaje interesante. Tercera en el trío principal está Margot Robbie, en el papel de la enigmática enfermera Valerie. Junto a ellos son secundarios Robert De Niro, Chris Rock, Mike Myers, Anya Taylor-Joy y un puñado más de estrellas en papeles pequeños o diminutos. Todo ello es una delicia y a la vez una prueba a la vez para el espectador, que no se imagina que su ídolo haya fichado por tan poco. Puede ser parte de la humorada del director-guionista: tal vez considere que es la única manera de contar esta historia en la que –bromas aparte– casi todo lo que cuenta es real. La gran cuestión es centrar el tiro: la historia que más interesa a Russell, aunque no lo parezca, es el romance.
