El salto tecnológico que el mundo está experimentando es quizás uno de los más pronunciados y evidentes desde la creación y puesta en marcha de Internet. No hemos terminado de asimilar la potencia de Chat GPT 3 y Open AI, la empresa que ha desarrollado este sistema anuncia el lanzamiento de GPT-4, el cual se asemeja al “desempeño de un humano”, pues a diferencia del modelo pasado, esta nueva versión trabaja con texto e imágenes. La bola de nieve apenas empieza bajar la colina. La rapidez, fuerza y efectos de la inteligencia artificial (IA) sobre nuestras vidas, será contundente.
¿Cuáles son los grandes retos de la inmersión de la IA en nuestras vidas? Por un lado, está el típico temor frente a la pérdida de trabajos que pueden ser reemplazados fácilmente por esta tecnología. Luego podemos encontrar el aspecto ético en cuanto a la originalidad de los contenidos generados y la dificultad que implica diferenciar algo creado por la IA o por un ser humano. De manera semejante, está el desafío académico respecto al uso de este sistema para contestar exámenes de ingreso a instituciones educativas y la realización de las evaluaciones.
A principios de este año, el Financial Times, publicó un artículo que fue ampliamente difundido, titulado: AI chatbot’s MBA exam pass poses test for business schools. Allí se explica cómo un profesor de la escuela de negocios de Wharton, una de las escuelas más antiguas y prestigiosas, utilizó Chat GPT para contestar el examen de uno de los cursos más importantes del MBA. El profesor reportó que la IA superaba a varios de sus alumnos, y aunque los resultados en las preguntas con matemáticas no fueron los mejores, los textos escritos por el sistema eran sorprendentes y de la más alta calidad. Este caso alertó a diferentes universidades de Estados Unidos y las condujo a revisar sus currículos y métodos de evaluación.
Lo anterior es sólo uno de los casos de las múltiples disrupciones que la IA creará en la vida social. Universidades, empresas, gobiernos y la vida cotidiana está siendo rápidamente penetrada por esta tecnología, cambiando la manera como trabajamos, producimos y nos relacionamos.
Como ha ocurrido en la historia, la llegada de tecnologías que alteran las formas tradicionales de hacer algo es rechazado por algunos, mientras que otros exageran los efectos que ésta puede generar sobre la vida social. Es común escuchar sobre despidos masivos, carreras profesionales que pronto serán obsoletas al igual que el fin de la educación tradicional gracias al arribo inexorable de la inteligencia artificial. Hace algunos años el periodista Andrés Oppenheimer publicó un libro titulado sugestivamente: ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización (2018). Un nombre que ilustra bien la anterior idea.
Sin querer caer en la tentación de la predicción del futuro, creo que es posible que este salto tecnológico conduzca a que se pierdan algunos empleos, muchos probablemente. También que algunas carreras profesionales pierdan algo de vigencia y brillo, pues serán los algoritmos quienes reemplacen sus funciones, y por supuesto que la educación en todos los niveles sufrirá cambios.
Sin embargo, veo lo anterior no desde el fatalismo, sino desde una óptica realista donde la palabra clave es la adaptación. Diversas empresas se apoyarán en la velocidad y eficiencia de la IA, con seguridad los trabajadores, sentiremos la necesidad de actualizar nuestros conocimientos para emplear las innumerables aplicaciones de IA y así cumplir nuestras tareas con mejores resultados y quizás, en menos tiempo. También veo que el sistema educativo desde los primeros años hasta los posgrados, necesitarán incluir en sus currículos, materias y cursos no sólo sobre programación sino sobre ética en el uso de estas herramientas.
En conclusión, no percibo un caos social inminente, más sí una disrupción emocionante en donde es posible que trabajemos menos, se creen nuevas carreras y así como hoy somos dependientes de Internet, es probable que lo seamos con la IA para realizar todo tipo de tareas cotidianas, desde organizar nuestras agendas, conocer mejor nuestra salud y prevenir enfermedades, hasta recibir las mejores recomendaciones hechas a nuestra medida sobre la música, libros y planes ocio que más se adapten a nuestros gustos. Y, por qué no, para encontrar una pareja que comparta gustos, aficiones y visiones de vida. Los cambios serán múltiples y en todos los niveles, el término clave es adaptación. Escandalizarnos o rechazar lo que es inevitable y ya está operando, resta energía y tiempo valioso para comprender y asimilar esta situación.
Es vital que desde ahora las mejores mentes del mundo piensen en consecuencias indeseadas en el futuro con el perfeccionamiento, crecimiento y penetración de la IA en todas las capas de la sociedad, incluidos los gobiernos.
Trabajar conjuntamente con las empresas desarrolladoras de estas tecnologías como Open AI, Microsoft, Google y otras, debe ser un imperativo a nivel global. Con lo anterior no hablo necesariamente de regulación, la cual es inútil para enfrentar un tsunami tecnológico, pero sí me refiero a las conversaciones de orden humanista, sociológico, psicológico y filosófico para comprender los efectos a mediano y largo plazo en la sociedad, y así poder aconsejar a quienes aún tienen control sobre estos sistemas puedan actuar con mayor prudencia y justicia.
Si algo así hubiera ocurrido con la rápida y masiva adopción de las redes sociales, especialmente entre los más jóvenes de la sociedad, habrían sido muchos los problemas de salud mental evitados y vidas salvadas.
Adaptémonos y trabajemos con la IA, aprovechemos las oportunidades que ésta brinda para trabajar y vivir mejor, y mientras eso ocurre, promovamos los debates y análisis sobre las consecuencias que esta tecnología tendrá en la sociedad.
Este es un asunto que supera ampliamente las capacidades de programadores, ingenieros y administradores, y por lo tanto revisarlo desde un lente ético y filosófico será crucial para que los efectos esperados de este sistema ayuden a resolver algunos de los problemas más urgentes del mundo y mejoren la calidad de vida de millones.
Federico Hoyos
Politólogo. Analista político. Exembajador de la República de Colombia
P.S: Le pregunté a Chat GPT 3 si consideraba que el título de este texto era apropiado. Esto respondió: “La bola de nieve de la inteligencia artificial puede ser un buen título para el texto, ya que se refiere a la creciente influencia y expansión de la IA en nuestras vidas y cómo esta tendencia es cada vez más grande e imparable, como una bola de nieve que se va haciendo más grande a medida que avanza cuesta abajo. Además, es un título creativo y llamativo que puede captar la atención del lector”.
Un comentario
Entiendo la cautela del autor, pero no he sabido ver en su artículo ningún argumento a favor de la IA, más allá de la apelación a los hechos consumados.
Las consecuencias de la IA se dejan ver ya en etapas anteriores a la universidad. Desgraciadamente, muchos alumnos de bachillerato utilizan Chat GPT para realizar trabajos e incluso para presentarse a certámenes literarios.
No nos engañemos. En el ámbito educativo este tipo de herramientas dinamitan los valores del esfuerzo y de la honestidad intelectual.