Iberoamérica: más pragmática y menos ideológica

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Cumbre Iberoamericana 2023

Foto: Cristian Cruz/Presidencia de la República Dominicana

 

Ciudad de México.— La XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno celebrada el fin de semana pasado en la República Dominicana confirma que América Latina, junto con España y Portugal, es más diversa, variopinta y multicultural de lo que parece. Ciertamente, la historia tiene lugares comunes pero la propia dinámica de cada país genera realidades diminutas, hiperespecíficas. En consecuencia, el reto de cualquier Cumbre de esta índole es no quedarse en la foto, en el apretón de manos y en el detalle discursivo. El reto representa seguir buscando esa identidad común, siendo conscientes –al mismo tiempo– que ese “otro” que es vecino o que habita en el vecindario, podría aportar mucho.

Valdría la pena recordar lo que el Papa Francisco afirmó meses atrás en una entrevista al medio argentino Télam sobre América Latina: “Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región (…) El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana. Donde cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad y, a la vez, necesitado de la identidad del otro. No es fácil”.

En ese contexto, y con la audacia necesaria para sobrepasar las minuciosidades domésticas, se obtuvieron tres acuerdos: la Carta de Derechos Digitales, la Estrategia de Seguridad Alimentaria y la Carta Medioambiental, también conocida como Pacto Verde. En esos tres vértices, los gobiernos de izquierdas (extremas y moderadas), de derechas y los más pragmáticos, lograron encontrar un punto medio; apuntando a sellar acuerdos de trabajo en temas que preocupan a todos y que, de manera evidente, resultan populares en toda la región.

La Carta Iberoamericana de Derechos Digitales reconoce la libertad individual y la necesidad de protección de la privacidad

Derechos digitales y “la centralidad en la persona”

Llama la atención que el primer punto de la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en los Entornos Digitales habla de “centralidad de la persona”. Punto para celebrar considerando que se trata de un reconocimiento, por lo menos en el papel, de la necesaria construcción de un mundo digital realmente libre y democratizado. No puede haber verdadera libertad sin el reconocimiento de los derechos individuales. A simple vista, no parece haber una intención de que esos derechos se conviertan en restricción.

El acuerdo sobre este punto tiene que ver además con una protección entre los países sobre lo que puede significar la guerra en el futuro: enfrentamientos cibernéticos, piratería digital y violación a la privacidad con respecto a temas sensibles, por ejemplo, de seguridad nacional. El acuerdo busca ser también un escudo protector ante la posibilidad de que la guerra convencional podría ir quedando atrás; y donde la batalla por el poder se libra más en la nube que en el territorio.

Alimentación en crisis

Según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 40% de los latinoamericanos viven con inseguridad alimentaria moderada o grave. El tema de la alimentación representa otra verdadera amenaza que tiene que ver con el problema de la desigualdad, tan característico e históricamente problemático en América Latina. El acuerdo entre los presidentes evidencia el reconocimiento de que la brecha social en el continente americano continúa siendo una materia pendiente de resolver.

Medioambiente: una oportunidad para el encuentro

El tercer gran tema, el cuidado del medio ambiente; algo nada novedoso pero siempre actual. En ese contexto, los presidentes se han comprometido, entre otras cosas, a “impulsar una transformación fortaleciendo la financiación climática, con el objetivo de asegurar la coherencia de los flujos financieros con un desarrollo sostenible bajo en emisiones y resiliente al cambio climático, en línea con el Acuerdo de París”.

Este es quizás unos de los temas que, por su propia naturaleza, moda, interés generalizado y seriedad, representa una oportunidad de encuentro extraordinaria. ¿Quién está en contra de la preservación del medioambiente? Son pocos y representa un asunto que trasciende fronteras y rompe barreras ideológicas. Este es precisamente uno de esos temas que pueden servir de puerta o engranaje para avanzar en otros asuntos con mayor riesgo de provocar distancias.

El gran tema pendiente: el narcotráfico

Poco se dijo del narcotráfico y ningún acuerdo se ha puesto sobre la mesa. Apenas se propuso como tema en la próxima Cumbre de noviembre de 2024 en Quito, el “combate al crimen transnacional”; sin embargo, el problema es de tal magnitud y las implicaciones son tan serias que las acciones de los gobiernos en contra de este mal endémico y tan dañino parecen ser, de corriente, insuficientes.

El narcotráfico y la corrupción son los grandes problemas que no recibieron la debida atención en la Cumbre

El problema del narcotráfico ha invadido, cual cáncer con tendencia metastásica, la institucionalidad pública de varios países de la región. Por desgracia, políticos en su condición de candidatos y, posteriormente, en su calidad de gobernantes, prefieren ignorar el asunto. Ciertamente, el poder estatal de la inmensa mayoría de los países no se encuentra preparado para enfrentar este drama. El poder económico de los narcotraficantes provoca el quiebre institucional, el chantaje hacia muchos y la complacencia de sectores ciudadanos que se benefician del flujo de dinero en efectivo y en modo vendaval.

La polarización: la gran derrotada

Una de las mejores noticias que ha dejado la Cumbre es la poca relevancia de los discursos confrontativos. Poco importantes fueron las palabras de la presidenta hondureña, Xiomara Castro, cargadas de ideología infructífera y en contra de “poderes fácticos”, léase “Estados Unidos”. Así mismo, el choque entre el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la canciller peruana, Ana Cecilia Gervasi, por la crisis política en el Perú, el intento de golpe de Estado de Pedro Castillo y su actual reclusión en una prisión, no pasó a mayores y no provocó ecos. Por último, y acá un detalle no tan positivo, la denuncia de Gabriel Boric, presidente de Chile, en contra del evidente atropello de la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua a políticos opositores. Siendo de izquierda, la denuncia cobra mayor sentido; sin embargo, sus palabras contundentes no pasaron de la anécdota.

En términos generales, Iberoamérica goza de salud democrática. No se puede afirmar que se trata de un cuerpo esbelto y sin achaques en lo que se refiere a respeto por las instituciones y a la libertad de expresión. Sin embargo, el principio de la participación política se respeta en la mayoría de los países. Si comparásemos la América Latina de hace 40 años con la actual, sería justo decir que está mejor.

Un proyecto en constante reinvención

Además del narcotráfico, el otro gran cáncer es la corrupción. Esa es quizás la gran piedra de traba hacia el desarrollo. Incluso, ante la buena voluntad del liderazgo político, la imposibilidad de avanzar y concretar recibe, comúnmente, el muro de la corrupción. Mientras no se aborde con seriedad este asunto, aquellos tres temas de la Cumbre que hoy ya son un acuerdo, y los otros dos temas del año que viene, quedarán resueltos de manera deficitaria. Resulta prácticamente imposible erradicar la pobreza, eliminar la desnutrición y fortalecer la institucionalidad democrática, si no se intenta arrancar de raíz el problema de la corrupción.

Urgen mecanismos de fiscalización ciudadana que permitan darle seguimiento a los acuerdos que se completan en este tipo de eventos. Si hiciéramos una encuesta, probablemente la mayoría de los iberoamericanos no recordarán los pactos firmados o comunicados emitidos en la pasada Cumbre. Por ejemplo, en la anterior edición celebrada en Andorra en 2021, se emitió, precisamente, un comunicado sobre la cooperación para la lucha contra el crimen organizado transnacional, el tráfico de drogas y el tráfico de personas. En esta edición, estos temas brillaron por su ausencia. ¿En qué se avanzó durante estos dos años en lo que concierne a dichos problemas endémicos? No hay claridad. Así, sería comprensible ser suspicaces ante la posibilidad de que las buenas intenciones “se las lleve el viento”.

Rescatando aquella entrevista del Papa Francisco para un medio argentino, el Sumo Pontífice recordó cuatro principios que podrían ser claves para la consecución de los acuerdos y para la definición de los objetivos de estos encuentros que intentan ser fructíferos a pesar de su fugacidad: “La realidad es superior a la idea: cuando te vas por los idealismos, perdiste, porque lo importante es la realidad, tocar la realidad. Dos, el todo es superior a la parte: buscar siempre la unidad del todo. Tres, la unidad es superior al conflicto: cuando se privilegian los conflictos se está dañando la unidad. Y cuatro: el tiempo es superior al espacio: los imperialismos siempre buscan ocupar espacios y la grandeza de los pueblos es iniciar procesos”.

El optimismo marca que Iberoamérica es un gran proyecto en constante reinvención, quizás necesitado de lo que el Papa comentaba en esa entrevista. El tiempo dirá si esta Cumbre resulta otra anécdota o, por el contrario, significa un avance verdadero, no ideológico y sí de verdadera unidad, en los temas y acuerdos firmados.

Alejandro G. Motta Nicolicchia
@mottafocus

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