Amberes, la capital de los negocios de diamantes. Noah Wolfsohn regresa de Londres después de quince años, con su pequeño hijo Tommy. Un trágico suceso ha sacado a la luz turbias implicaciones que ponen en peligro el imperio familiar afianzado durante varias generaciones.
Los creadores de Diamantes turbios destacan por su participación en Fauda, una de las series israelíes de mayor éxito internacional. Rotem Shamir dirige cuatro capítulos, mientras que los otros cuatro corren a cargo de la realizadora belga Cecilia Verheyden. Esta ha trabajado en series (Vermist, Undercover) y películas (Ferry), ambientadas en el mundo del narcotráfico en Bélgica y Holanda.
La doble perspectiva se aprecia en Diamantes turbios: la de las autoridades belgas está personificada en una fiscal que se dedica de la investigación, y la de la familia dedicada en cuerpo y alma al negocio de los diamantes. Al tratarse de una familia judía jasídica, la serie permite visitar un mundo un tanto exótico para la mayoría de los espectadores. El sólido guion une ambos planos con un ritmo que va ganando revoluciones, apoyado también en la fotografía, las localizaciones, el diseño de producción y la banda sonora que modula perfectamente la tensión.
Los personajes resultan creíbles gracias a la acertada selección de actores. Destacan los femeninos: Ini Massez proporciona a la hermana de Noah, Adina, una difícil mezcla de dureza y sensibilidad. De modo similar, Yona Elian combina el cariño materno con la decisión en lo empresarial en el papel de la madre Sarah. Marie Vinck caracteriza con gran amplitud de matices a Gila, la antigua prometida que Noah abandonó al dejar Amberes. Todos ellos –también el protagonista Noah– muestran las difíciles decisiones vitales y morales que se ven obligados a tomar con la composición física más que con diálogos.