Irene tiene treinta y tantos. Se acaba de separar con una hija de pocos años. La película arranca con la niña alejándose en el coche de su padre. Es el primer fin de semana de los muchos que ahora pasará sola. Para evitar el vacío, Irene huirá al pueblo de su infancia.
Elena Trapé aborda una interesante radiografía que es mitad psicológica y mitad generacional. Si en Las distancias, su película anterior, la cineasta catalana abordó la dificultad de un grupo de treintañeros para asumir vínculos, aquí estrecha el foco para analizar las consecuencias de una ruptura –la de la pareja y la familia– que parece estar a la orden del día. Y lo analiza además desde una perspectiva subrayadamente femenina. La película nos habla, en el fondo, de la profunda herida que provoca en la mujer una ruptura al trastocar absolutamente la relación materno-filial.
Como ocurre en otras películas recientes similares dirigidas por mujeres que abordan la cuestión de la maternidad, lo más valioso de la propuesta de Trapé es precisamente ese centrarse en la psicología femenina y recorrer con el personaje las diferentes fases del duelo: las dudas, la culpa, la huida y la incompleta evasión a través de otra relación amorosa que es solo un parche. Frente a la frivolidad de una gran parte del cine actual, el potente clímax de Els encantats es tan doloroso como real. Para mostrar este complejo proceso, Elena Trapé cuenta con Laia Costa, una actriz que domina el registro dramático como pocas.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
Un comentario
Me ha gustado mucho la película, efectivamente narra muy bien el dormir de una ruptura y la soledad que sufre la mujer tras un divorcio.