A pesar de su calidad, The Newsreader (2021) ha pasado bastante inadvertida. Estamos frente a una serie de ambiente periodístico similar a The Newsroom, de Aaron Sorkin, pero con un tono mucho menos tendencioso. La acción se centra en el día a día del equipo de redacción de informativos de la Cadena 6 de la televisión australiana.
Uno de los aspectos más destacables es, sin duda, la ambientación ochentera de la serie, no tanto por el diseño de producción, que también, sino por el estilo de realización, la iluminación, los planos y el explícito abandono de los códigos audiovisuales contemporáneos. Michael Lucas busca que el espectador se retrotraiga a la experiencia televisiva de esos años, aun a riesgo de que se considere el producto obsoleto o de poca calidad, en una decisión que termina siendo valiente y eficaz.
El guion se apoya en los acontecimientos más importantes de 1986: la explosión del Challenger, el cometa Halley, la epidemia del sida, Chernóbil, etc., y muestra cómo funcionaba un informativo en aquellos momentos. Sobre esta pared narrativa se inserta con maestría el segundo hilo conductor: las relaciones entre los periodistas de la redacción.
Los personajes y el ambiente de la oficina están diseñados con un realismo y una exactitud del que seguramente disfrutarán quienes formen parte del ambiente periodístico: la superestrella mediática con su status y sus privilegios, el jefe agresivo presionado a su vez por “los de arriba”, la joven asistente que saca adelante más trabajo que nadie, el redactor de deportes que sólo sabe de deportes… Gente corriente con errores, mochilas vitales y frustraciones.
Otro de los valores relevantes de la serie es su respetuosa lectura de los acontecimientos de 1986. Así como The Newsroom no desaprovechaba ocasión para el adoctrinamiento, The Newsreader es bastante más respetuosa y, por lo tanto, veraz, aunque obviamente hay una interpretación de los hechos acorde con los valores contemporáneos.