Arthur C. Brooks ha adquirido relevancia por ayudar a las personas a encontrar la felicidad. La razón de su éxito se encuentra en que no vende fórmulas mágicas, sino que expone con naturalidad y sencillez un camino siempre personal y franco. Así lo expuso en una reciente entrevista para Aceprensa. En este nuevo libro comparte vivencias, reflexiones y consejos para encontrar la plenitud en la segunda etapa de la vida. Todo un reto, sin duda, porque, ineludiblemente, las habilidades que desplegamos en nuestra madurez entrarán en declive. Y no tendrá sentido luchar contra ello, porque, por mucho que lo neguemos o intentemos combatirlo, no podremos revertir la dinámica de las cosas.
Ante esta realidad, Brooks propone aceptar la situación y disponerse a desarrollar lo que realmente está en nuestras manos. El autor considera que a esta nueva etapa de la vida se puede responder de tres maneras: “negar los hechos” y frustrarse; rendirse, experimentando el envejecimiento como una “tragedia inevitable”, o aceptar el reto y desarrollar “fortalezas y habilidades nuevas”. Ahora bien, solo si elegimos la tercera opción se nos garantiza un futuro muy interesante.
Para afrontar la madurez, Brooks aconseja desarrollar las relaciones, comenzar un viaje espiritual y aceptar las debilidades. Y hace una serie de recomendaciones, como deshacerse de la adicción al trabajo, de la comparación social y del miedo al fracaso. Imprescindible también desprenderse de los apegos humanos y de la persecución de los ídolos que llevan a la insatisfacción, como son el dinero, el poder, el placer o el honor.
No menos importante es afrontar el declive sin ambages, “derrotando al miedo a la propia desaparición, literal y profesional”. Es el momento propicio, si lo hemos descuidado, de recuperar las raíces, las conexiones con los demás, y de cultivar la amistad, así como de buscar el crecimiento espiritual. Por último, no es menos relevante entender que el secreto para afrontar esta segunda etapa es percibir la debilidad como un regalo, tanto para nosotros como para quienes nos rodean.
En resumen, la madurez inteligente permite convertir una transición, difícil e incluso inicialmente dolorosa, en una oportunidad para profundizar en el propósito de nuestras vidas y, con gracia y alegría, conseguir ser algo más felices.