Un estudio elaborado por un profesor de la Universidad de Victoria (Canadá) ha llegado a la conclusión de que el matrimonio precedido de cohabitación es más tardío y más inestable. El estudio, publicado en Canadian Review of Sociology and Anthropology, revela que el 55% de las parejas canadienses que cohabitan antes del matrimonio acaban casándose. Sin embargo, en el momento de subir al altar, la edad de las mujeres y hombres cohabitantes es superior en un 26% y en un 19%, respectivamente, a la de quienes van directamente al matrimonio. En Canadá, la edad media de contraer matrimonio es 27,3 años para las mujeres y 29,3 años para los hombres; quienes primero cohabitan tienen entre 33 y 34 años de media cuando se casan.
Además, la cohabitación no parece favorecer la estabilidad de la pareja. Según el estudio, las mujeres que han cohabitado con su pareja antes del matrimonio tienen, una vez casadas, un 80% más de posibilidades de terminar en divorcio o separación que las que no lo han hecho. En el caso de los hombres, el aumento de la probabilidad es del 150%. El riesgo de ruptura es aún mayor si alguno de los miembros de la pareja ha cohabitado antes con otra persona. La misma tendencia ha sido observada en otros países (ver servicios 54/96 y 181/97).
En declaraciones al diario de Toronto National Post (21-IV-99), el profesor Zheng Wu, autor del estudio, comenta este resultado. En su opinión, la cohabitación implica una actitud de menor compromiso, lo que dificulta mantener la unión de la pareja cuando surgen los inevitables problemas de convivencia.
Wu ha elaborado también un perfil de las parejas cohabitantes. Según sus conclusiones, en comparación con las parejas casadas, las cohabitantes suelen ser menos creyentes o practicantes, son de clase social más baja, su nivel educativo es inferior y han tenido una infancia difícil. De hecho, las mujeres suelen proceder de hogares rotos. En cuanto a la distribución geográfica, en Quebec la cohabitación es más frecuente que en otras provincias canadienses.
El estudio destaca también el carácter liberal y no convencional de este tipo de parejas. Sin embargo, esta mentalidad liberal no se aplica al reparto de tareas domésticas: «No hay indicios de que las parejas cohabitantes sean más igualitarias», dice Wu.