Finlandia vuelve a ser el más listo de la clase en el informe PISA 2006, centrado esta vez en los conocimientos de Ciencias. Le siguen en el medallero Hong Kong en el segundo puesto y Canadá en el tercero. El informe PISA, basado en pruebas realizadas en 57 países a más de 400.000 alumnos de 15 años, se ha convertido en el punto de referencia para las comparaciones internacionales en materia de calidad de enseñanza.
Aunque sus organizadores dicen que el informe PISA no se reduce a un ranking, la verdad es que todos los países lo miran como un espaldarazo o una reprensión a sus políticas educativas. En un mundo cada vez más global, la competencia en el mercado internacional de la educación ya no es indiferente.
El informe de este año completa el ciclo de evaluación en las tres áreas examinadas: lectura (PISA 2000), matemáticas (PISA 2003) y ciencias (PISA 2006). Aunque este informe se centra especialmente en la comprensión de los conocimientos científicos y en su aplicación a la vida real, también incluye datos sobre los conocimientos de matemáticas y lectura.
El informe PISA al principio solo incluía a los países de la OCDE, pero ha ido ampliando el número de países participantes, que ahora llega a 57. Los estudiantes que realizan el test son seleccionados aleatoriamente en cada país.
Lo más llamativo es quién sube y quién baja, quIén está por encima o por debajo del nivel de referencia, establecido en 500 puntos. Si se compara con el informe anterior de 2003, en el que se incluían 40 países, se advierte una mejora considerable de países como Canadá (que pasa del puesto 11 al 3), Alemania, Austria, Dinamarca y Nueva Zelanda.
En cambio, Francia baja en puntuación (495) y pasa del puesto 13 al 25; en Extremo Oriente, tradicionalmente muy bien situado, Taiwán participa por primera vez y triunfa con un cuarto puesto, mientras pierden fuelle Japón y Corea, con retrocesos relativos. De todos modos, para sí los quisieran países que permanecen estancados por debajo de la media, como EE.UU. y los de Europa del Sur. Entre ellos está España, que queda en el puesto 31, con una puntuación de 488, la misma que en 2003.
Por debajo de la media están también los países latinoamericanos, que en bastantes casos participaban por primera vez. Chile es el más destacado (con una puntuación de 438), por delante de Uruguay (428) y México (410), mientras Brasil, Argentina y Colombia quedan hacia el final de la lista.
El informe saca también algunas conclusiones al relacionar los resultados de los alumnos con otras variables.
Así, destaca que los alumnos de países con mayor renta por habitante tienden a obtener mejores resultados en ciencias, si bien advierte que esto no implica necesariamente una relación causal, pues influyen otros muchos factores.
Los mejores resultados tampoco se explican por un mayor gasto educativo por alumno; aunque hay cierta correlación positiva entre ambos, influye menos que el nivel de renta.
Las diferencias de resultados en ciencias entre chicos y chicas tienden a ser pequeñas, tanto en términos absolutos como si se comparan con los resultados en matemáticas y lectura. Sin embargo, se observan algunas diferencias de aptitudes: “Las chicas tienden a identificar los temas científicos mejor que los chicos, mientras que estos las superan en la explicación científica de los fenómenos”.
En cuanto a la influencia de la organización escolar en los resultados de los alumnos, el informe destaca algunos rasgos relacionados con un mejor rendimiento.
El modo en que los estudiantes son seleccionados y agrupados dentro de las escuelas influye en los resultados. Por ejemplo, una división temprana refuerza la influencia del origen socioeconómico de los alumnos y la diferencia entre los de mayor y menor rendimiento.
Se obtienen mejores resultados cuando en el sistema escolar hay escuelas privadas y escuelas que compiten por los alumnos.
Publicar los datos del rendimiento escolar del alumnado va unido a resultados más altos.
Los países donde las escuelas tienen una mayor autonomía presupuestaria tienden a lograr mejores resultados.
Y, además, el informe reconoce la importancia de otros factores tradicionales, como el tiempo empleado en clase.