Siete miembros de una familia cristiana, entre ellos cuatro mujeres y dos niños de 6 y 13 años, fueron sido asesinados en Pakistán el pasado 1 de agosto, durante los disturbios promovidos por integrantes de una ilegalizada organización musulmana que acusaron a los cristianos de Gojra, en la provincia de Punyab, de haber profanado un ejemplar del Corán. La familia, que estaba en casa, fue asaltada por una turba que a los gritos de “¡perros!” y “¡agentes americanos!” dispararon contra el abuelo de 75 años y prendieron fuego a la casa, quemando vivas a las otras seis víctimas.
Una ley que propicia la violencia sectaria
Shahbaz Bhatti, ministro para las Minorías, ha declarado que no es cierta la acusación dirigida contra los cristianos, y que estas agresiones se cometen al amparo de la ley paquistaní sobre la blasfemia aprobada en los años ochenta por el régimen militar de Muhammad Zia-ul Haq, bastante amplia para permitir a cualquiera levantar cargos contra otro, y usada a menudo para excitar la violencia sectaria.
Bhatti, que había visitado poco antes la ciudad donde ocurrieron los hechos, ha culpado a la policía de no atender sus instrucciones sobre la necesidad de brindar protección a los cristianos, después de que el falso rumor sobre la profanación del Corán en una boda cristiana hubiera sido recogido por los mulás locales para abrir causa contra la familia agredida.
Los cristianos, considerados ciudadanos de segunda en Pakistán (la Constitución niega a las minorías la posibilidad de ser presidente o primer ministro), representan apenas el 5% en el país de mayoría musulmana suní. Las imágenes de la televisión han dado amplio testimonio de los incendios perpetrados contra más de cien viviendas de los cristianos de Gojra, cuyos muebles y enseres se veían arder en las calles. Los ataques, que el 1 de agosto se prolongaron por más de 8 horas, dejaron unos 20 heridos y movilizaron una turba que las autoridades locales calculan en unas 20.000 personas. Según el ministro, las agresiones han provenido del grupo Sipah-e-Sahaba, señalado por su participación en atentados con explosivos en lugares públicos de Pakistán, y por enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad.
Simpatizantes de los talibán
A pesar de que la convivencia entre la comunidad islámica y la cristiana suele ser pacífica en Pakistán, desde el 11-S los miembros de esta última han venido sufriendo ataques contra su integridad física, sus bienes y sus iglesias por parte de simpatizantes de los talibán, que les acusan de apoyar a Estados Unidos (cfr. Aceprensa 30-05-2007). Precisamente en estos días las autoridades capturaron en las afueras de Islamabad a Rao Shakir, miembro de un grupo ligado a Al-Qaeda y que se supone involucrado en la decapitación en 2002 del reportero del diario The Wall Street Journal Daniel Pearl.
A la precaria existencia que llevan en Pakistán, donde los más pobres desempeñan los oficios socialmente menos estimados, suman ahora los cristianos el miedo a las agresiones. “Estamos asustados, porque los clérigos la han emprendido contra nosotros en las mezquitas”, confiesa Riaz Masih, un profesor de matemáticas retirado que se ha quedado sin casa, y que señala a los religiosos de haber invitado a los fieles a “dar una lección” a los cristianos (cfr. The New York Times, 3-08-2009). En India, una reciente sentencia del tribunal de Phulbani ha condenado por primera vez a una persona por incendiar la casa de un cristiano, en uno de los muchos episodios de violencia protagonizados por radicales hindúes de aquel país contra comunidades cristianas (ver Aceprensa 6-07-2009).