El debate sobre la inmigración en Europa ha entrado en una nueva fase. Varios hechos lo reflejan: partidos que han hecho una bandera del rechazo de la inmigración musulmana ascienden en Suecia y Holanda; Francia se atreve a expulsar a gitanos rumanos en situación de irregularidad y a prohibir el burka en el espacio público; y en Alemania políticos de partidos no extremistas hablan sin timidez del fracaso del discurso multiculturalista y de no admitir más inmigrantes de otras culturas.
El ascenso de partidos etiquetados de “extrema derecha xenófoba” es lo más llamativo, aunque no lo más novedoso. Periódicamente se desata la alarma ante éxitos electorales de partidos de este signo -antes lo hemos visto en Francia, Austria, en la propia Alema…
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