En la última edición del informe PISA, que hace un estudio comparativo de los resultados escolares en 31 países de la OCDE, los alumnos de 15 años de Finlandia ocupaban el primer lugar en comprensión lectora y estaban entre los cinco primeros puestos en matemáticas y cultura científica. Pero el gasto por alumno es menos de la media de los otros países. Un reportaje de Lizette Alvarez, publicado en International Herald Tribune (9 abril 2004) se pregunta por las razones del éxito.
Imagine un sistema educativo en el que los niños no comienzan la escuela hasta los 7 años, que gasta apenas 5.000 dólares por estudiante, que no tiene programas especiales para niños superdotados y en el que el número de alumnos por clase se acerca a menudo a los 30. Una receta para el fracaso, a juicio de muchos expertos; pero en este caso es una descripción de las escuelas de Finlandia, que recientemente fueron clasificadas entre las mejores del mundo.
(…) Algunos de los ingredientes pueden ser exportados -su flexibilidad en las clases, por ejemplo- y otros no -la pequeña y homogénea población y la relativa prosperidad de la mayoría de los fineses, por citar dos-. Pero si hay algo que distingue a Finlandia de muchos otros países es la calidad y el prestigio social de sus profesores (…).
Todos los profesores de Finlandia deben haber alcanzado al menos un máster, y aunque no son pagados mejor que los profesores de otros países, la profesión está muy bien considerada. Los estudiantes que tras terminar los cursos superiores quieren prepararse para la docencia son muchos más de los que las universidades pueden acoger, de modo que hay una fuerte selección.
(…) Los niños fineses empiezan tarde la escuela, según la teoría de que se aficionarán a aprender jugando. La enseñanza preescolar para los de seis años es optativa, aunque la mayoría la siguen. Y como muchas madres trabajan fuera de casa, los niños suelen ir a la guardería desde que tienen un año.
Al principio, los niños de siete años están más atrasados que los de otros países, pero enseguida recuperan la distancia y luego destacan. Los expertos lo atribuyen a varias razones: en Finlandia se cuidan mucho actividades como leer a los niños, contarles cuentos y llevarles a la biblioteca. Es fácil aprender a leer en finés. Y los niños crecen viendo programas y películas de televisión en muchos casos en inglés, con subtítulos. Nada se dobla, y así leen mientras ven televisión.
Mientras se atengan al curriculum nacional, que fija las metas y los temas de estudio, las escuelas son libres para enseñar del modo que prefieran. Pueden escoger sus libros de texto o prescindir de ellos, enseñar dentro o fuera de las aulas, reunir a los niños en grupos grandes o pequeños. No hay programas para niños más aventajados, pero los profesores son libres de plantear metas altas a los más inteligentes. Los más adelantados ayudan a aprender al alumno medio.
(…) Los alumnos deben aprender dos lenguas: sueco, que es obligatorio, y, para la mayoría, inglés.
[En una escuela de 500 alumnos, visitada por la periodista] hay unos 90 ordenadores, y los estudiantes pueden asistir si quieren después de las clases a actividades para realizar deberes, con monitores.
A pesar de las felicitaciones que reciben, los fineses dicen que su sistema está lejos de ser perfecto. Por ejemplo, los chicos tienen peores resultados que las chicas en lectura.