Clonación experimental, no terapéutica

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Un editorial del Daily Telegraph (Londres, 17 agosto 2000) critica el informe, recién aprobado por el gobierno británico, que recomienda autorizar la clonación de embriones para extraer células con que se podrían regenerar tejidos de enfermos (ver servicio 113/00).

El informe recomienda autorizar la «clonación terapéutica», pero no la «reproductiva». Pero el Telegraph señala: «La clonación terapéutica no existe. Dicho de otro modo: si mañana se legalizara la investigación con embriones clónicos, no por eso sería curada una sola persona de diabetes, insuficiencia cardiaca o enfermedad alguna. Ningún sufrimiento humano sería aliviado».

El editorial subraya eso, porque algunos «lobbies científicos» transmiten una imagen falsa, según la cual «hay hombres y mujeres cuyos sufrimientos podrían ser drásticamente aliviados por benévolos científicos, si no fuera por las teorías abstractas de ‘fundamentalistas’ sin corazón». En realidad, «es engañoso llamar terapéuticos a los experimentos con embriones clónicos. Lo que el informe Donaldson realmente pretende que se legalice es la clonación experimental, que causaría directamente la muerte de embriones clónicos al extraerles células progenitoras para investigar con ellas».

Según el editorial, parece que el informe dice «terapéutica» en vez de «experimental» para que el público no saque algunas conclusiones obvias. Primera, la argumentación del informe es confusa y contradictoria: «Si se ha de legalizar la clonación experimental en nombre de la felicidad humana, ¿por qué no legalizar la clonación reproductiva por el mismo motivo?». En segundo lugar, el uso experimental de embriones obtenidos por clonación o fecundación in vitro no tiene aún utilidad curativa, y no es seguro que llegue a tenerla algún día. Tercera, la gente podría pensar que hay otras vías con posibilidades de éxito y sin problemas éticos, como usar células progenitoras adultas. Y cuarta, si el público leyera en el informe que «se crearán embriones humanos clónicos para matarlos después (…), eso le repugnaría, con independencia de la posible utilidad de los experimentos».

Sería una reacción natural, prosigue el Telegraph. Pues muchos perciben intuitivamente que «la concepción señala el principio de una nueva vida humana», que ahora la vida humana goza de menor protección legal que antes y que hay más violencia contra los seres humanos. Y muchos intuyen también que esto último no tiene más remedio que suceder «si la vida humana es usada como medio para un fin».

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