Dos años después de sintetizar por primera vez el genoma de una bacteria (cfr. Aceprensa, 25-01-2008), el J. Craig Venter Institute ha conseguido lo mismo con otra, pero más compleja y de ADN mucho mayor. Además, ha comprobado que el cromosoma sintético, una vez insertado en lugar del original en una célula natural, gobierna efectivamente la vida de la célula.
El propio Venter ha calificado el logro como “un paso importante, tanto científica como filosóficamente”. “Ha cambiado mis ideas sobre qué es la vida y cómo funciona”. Llama al nuevo producto una “célula sintética”, y la describe así: “La primera especie autorreplicante del planeta cuyo progenitor es una computadora”. Se refiere a que el cromosoma bacteriano fue analizado y luego sintetizado mediante instrumentos informáticos.
La mayoría de los demás científicos creen que en realidad no ha llegado tan lejos. Su éxito, no pequeño, ha sido sintetizar una cadena muy larga -aunque mucho más corta que las de organismos superiores- de ADN. La vez anterior ensambló 580.000 pares de bases nitrogenadas para formar el genoma de la bacteria Mycoplasma genitalium, el ser vivo (no se incluyen los virus) con menos genes que se conoce. Esta vez ha replicado el genoma de Mycoplasma mycoides, juntando algo más del doble de bases, 1.077.947. (La bacteria natural tiene 1,2 millones, pero el equipo de Venter, como en el caso anterior, primero identificó los segmentos redundantes o sin función para dejar solo los imprescindibles.)
En opinión de David Baltimore, genetista del California Institute of Technology, Venter “ha exagerado un poco la importancia del ensayo”. Ha conseguido, dice, “una hazaña técnica”, pero no un gran progreso científico. “No ha creado vida, solamente la ha imitado”.
El objetivo de las investigaciones de Venter es obtener microorganismos sintéticos que sirvan para producir productos como vacunas o biocombustibles. La meta está aún a varios años de distancia, y mientras tanto otros han adelantado más en la fabricación de biocombustibles con bacterias naturales genéticamente modificadas.
El proyecto para sintetizar el genoma de la Mycoplasma mycoides ha costado 40 millones de dólares, en su mayor parte puestos por Synthetic Genomics, empresa fundada por Venter. Los resultados del trabajo se han publicado en Science.
Aunque de momento Venter no haya llegado a fabricar un ser vivo, su programa de “biología sintética” apunta a eso. Las implicaciones filosóficas y bioéticas de este empeño fueron examinadas por Margaret Somerville, directora del Centro de Medicina, Ética y Derecho de la Universidad McGill (Canadá) en un artículo publicado en Aceprensa, 25-07-2007.