Las críticas que está recibiendo el último libro del biólogo de Oxford Richard Dawkins, The God Delusion, confirman lo que ya habían intuido numerosos lectores avisados: que los argumentos expuestos por Dawkins no pueden considerarse científicos; más bien parecen clichés antirreligiosos. Sintetizamos algunos comentarios.
Al igual que en sus libros anteriores, Dawkins presenta la evolución biológica como si ésta fuese necesariamente algo incompatible con la religión. Hasta aquí, lo de siempre. Lo novedoso de The God Delusion es el tono beligerante que emplea para referirse a las creencias religiosas de los demás. «La formación religiosa es una forma de abuso de menores», afirma Dawkins.
En la London Review of Books (19-10-2006), Terry Eagleton advierte que el ateísmo combativo no es un buen punto de partida para abordar el hecho religioso. En la visión de Dawkins, la religión no tiene interés porque «no hay nada que entender o al menos nada que valga la pena». Por eso, recurre «a caricaturas burdas sobre la fe, que harían estremecerse a cualquier estudiante de primero de teología».
Eagleton muestra la contradicción en la que incurre Dawkins a lo largo de todo el libro: se declara reacio al dogmatismo y propugna que las creencias religiosas deben ser ferozmente combatidas; pero no aporta argumentos racionales ni datos concluyentes a favor de sus creencias. En el fondo, leer a Dawkins exige grandes dosis de fe.
«Dawkins podía habernos contado todo esto sin abochornar a los científicos que no piensan como él, y sin mostrar tan a las claras su analfabetismo teológico. También podría haber evitado ser la segunda persona más citada del libro -si contamos a Dios como persona-«, concluye.
Michael Fitzpatrick en Spiked (18-12-2006) describe el libro de Dawkins como una mezcla de «antipapismo protestante rancio y de desprecio moderno hacia lo religioso, característico de los intelectuales progres». A su juicio, en «The God Delusion» abundan las «afirmaciones cargadas de prejuicios». Entre otros ejemplos, cita la interpretación puramente religiosa que hace Dawkins de diversos conflictos políticos (Irlanda del Norte, Israel, Antigua Yugoslavia…).
Desde las páginas del Wall Street Journal (5-01-2007), Sam Schulman denuncia la aparición de un «nuevo ateísmo» en el mundo anglosajón. No es un nuevo modo de pensar, sino más bien de combatir: se trata de criticar a la religión sin tapujos ni cortapisas. En el pasado, algunos ateos decían que la fe era cosa de niños; hoy Dawkins y compañía aseguran que «creer en Dios no es ni siquiera pueril; [la religión] tampoco es adecuada para los niños». «A los ateos de hoy les desagrada especialmente que los jóvenes reciban formación religiosa (…) Dawkins llega a sugerir incluso que el Estado debería proteger a los menores de las creencias religiosas de sus padres».