El apoyo a la eutanasia y al suicidio asistido han disminuido sustancialmente entre los oncólogos de Estados Unidos. Este descenso va unido a un mayor conocimiento de los métodos de cuidados paliativos en la atención de los enfermos terminales. Así se desprende del más amplio estudio realizado hasta ahora entre los miembros de la Sociedad Norteamericana de Oncología Clínica (ASCO), al que respondieron 3.299 médicos.
Los autores parten de un cuestionario sobre «Actitudes y prácticas relacionadas con la eutanasia y la asistencia médica al suicidio», cuyos resultados publican en la revista Annals of Internal Medicine (1). Cuatro son sus conclusiones:
La primera conclusión de la encuesta, realizada en 1998, es que los médicos contrarios a la práctica de la eutanasia son significativamente menos propensos a prescribir opiáceos a los pacientes, lo que puede llevar a un inadecuado tratamiento del dolor. La reticencia de estos médicos refleja, probablemente, el miedo a que el aumento de la dosis de opiáceos incremente los riesgos de depresión respiratoria y muerte, lo que podría constituir una suerte de eutanasia. El estudio preconiza que la ASCO y otras instancias eduquen a los médicos en la admisibilidad ética y legal del incremento de narcóticos para controlar el dolor, aunque esto suponga un riesgo de depresión respiratoria y muerte.
Los datos sugieren, en segundo término, que la probabilidad de practicar la eutanasia es mayor cuando los médicos son incapaces de lograr unos cuidados adecuados para dominar el dolor de sus pacientes terminales.
En tercer lugar, se constata que los médicos que declaran haber recibido una mejor preparación en cuidados terminales, muestran menos inclinación a la práctica de la eutanasia. Se sienten más capaces de prodigar óptimos cuidados paliativos y no se plantean -o se lo plantean en menor medida- el recurso a la eutanasia.
Por último, los resultados del estudio señalan que, entre los oncólogos consultados, el número de partidarios de la eutanasia y del suicidio asistido ha disminuido sustancialmente de 1994 a 1998. De hecho, los partidarios del suicidio asistido en el caso prototípico de un enfermo terminal con dolor irremisible, han bajado a la mitad (de un 45,5% en 1994 a un 22,5 % en 1998). En el caso de la eutanasia, los partidarios bajan del 22,7% en 1994 al 6´5% en 1998. Estas disminuciones -dicen los autores del estudio- pueden reflejar la mejora de los conocimientos médicos sobre como facilitar una «buena muerte».
«Los resultados subrayan la necesidad de proporcionar a los médicos formación sobre las prácticas en cuidados paliativos y tratamiento del dolor, tanto en el período universitario como en la formación permanente», concluyen los autores del estudio. «Los médicos que están mejor informados sobre el tratamiento de enfermos terminales sienten menos la necesidad de recurrir a la eutanasia y al suicidio asistido».
Respondieron al cuestionario el 39,8% de los oncólogos de la ASCO. Un 3,7% de los oncólogos consultados reconocen haber practicado alguna vez la eutanasia, mientras que un 10,8 % reconoce haber colaborado a un suicidio.
_________________________(1) «Attitudes and Practices of US Oncologists regarding Euthanasia and Physician-Assisted Suicide». www.annals.org 3 octubre 2000. Annals of Internal Medicine. Volume 133. Number 7.