La OCDE acaba de publicar un estudio -Programme for International Student Assessment (PISA)- que compara la comprensión de textos escritos, los conocimientos matemáticos y la cultura científica de los alumnos de 15 años en los países más desarrollados. Han participado 265.000 estudiantes de 32 países (28 son miembros de la organización).
El informe analiza si los estudiantes encaran el final del periodo de enseñanza obligatoria con los conocimientos necesarios para manejarse en la sociedad. Con este fin, utiliza tres indicadores comparables (todos los estudiantes han realizado las mismas pruebas).
El primer indicador es la comprensión lectora, que se mide en tres apartados (capacidad de localizar la información; interpretar el texto, y reflexionar y evaluar lo escrito). El segundo, la cultura matemática, definida como la capacidad de trasladar problemas reales al contexto matemático y resolverlos. Y el tercero, la cultura científica, muy semejante a la anterior, pero en el campo de las ciencias. En cada indicador el estudio de la OCDE fija la media en 500 puntos.
En cuanto a la lectura, el informe divide los resultados en cinco niveles según la capacidad del alumno de entender lo que lee. En conjunto, solo el 10% de los estudiantes son capaces de entender un texto complejo, valorarlo, construir hipótesis y relacionarlo con sus propios conocimientos (nivel 5). En cambio, el 18% solo fue capaz de contestar a las preguntas más sencillas, como identificar el tema principal del texto o localizar determinada información (nivel 1).
Por países, los mejor situados son Finlandia, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, donde el 17% o más de los alumnos alcanzan el nivel 5. En Grecia, Luxemburgo, México, Portugal y España, solo el 5% o menos entienden correctamente, un texto. Conviene apreciar que «nivel 5» no significa «matrícula de honor», ya que el estudio no valora conocimientos: hay un texto y unas preguntas sobre ese texto; si no se contestan correctamente, es porque el alumno no entiende del todo lo que lee o no entiende las preguntas.
Como el estudio mide la capacidad lectora en tres apartados, se puede comprobar dónde acierta cada sistema educativo y dónde flaquea. En Finlandia, por ejemplo, que es el mejor país de la tabla, el 26% de los alumnos consigue el nivel 5 en capacidad de localizar la información, pero solo el 14% logra el máximo nivel en reflexión y evaluación de lo escrito. Algo similar ocurre en Australia, Bélgica y Suecia. Y, al revés, en Gran Bretaña y Canadá a los alumnos se les da mejor reflexionar que localizar la información o interpretarla. Según el estudio, esto se debe al esfuerzo del profesorado por desarrollar la capacidad crítica de los alumnos, a enseñarles a usar hipótesis y comparar los textos con sus conocimientos.
Los últimos puestos de la tabla, excluyendo a los países no miembros, son para México, Luxemburgo, Portugal, Grecia y Polonia. En estos casos, alrededor de la tercera parte de los alumnos tienen el nivel 1 en lectura.
Por lo que respecta a la cultura matemática y científica, Japón y Corea siguen con la tradición de ser los mejores en estos campos. Hay variaciones en los puestos, también en relación con la comprensión lectora, pero un simple vistazo a la tabla da una idea de quiénes frecuentan los primeros puestos y quiénes los últimos.
Los españoles, por debajo de la media
España ha quedado por debajo de la media de la OCDE en los tres indicadores: comprensión lectora (493 puntos), cultura matemática (476) y cultura científica (491). En cuanto a la lectura, solo el 4% de los alumnos entiende correctamente un texto escrito y responde correctamente a las preguntas (nivel 5); la gran mayoría se encuentra en los niveles intermedios (aunque el 42% no pasa del nivel 2); y un 16% (muy cercano a la media conjunta) no entiende bien lo que lee (niveles 0 y 1). España tan solo ha despuntado algo en uno de los apartados de la prueba de lectura -la reflexión y evaluación del texto-, donde tiene 506 puntos: un poco mejor que Francia (496) o Alemania (478), pero lejos de los 533 puntos de Finlandia o Irlanda, o los 542 de Canadá.
Para algunos, estos malos resultados son consecuencia del insuficiente gasto educativo español; un discurso recurrente desde hace años. Sin embargo, el informe PISA advierte que la variación de los resultados entre los países no depende exclusivamente del gasto (ver también servicios 61/97 y 43/97). Los ejemplos son Irlanda y Corea, que han quedado por encima de España en este estudio, con un gasto similar al español.
Quizás sea más útil reflexionar sobre la eficiencia de ese gasto y, de paso, sobre los tics endémicos del sistema educativo español. Aunque solo sea un ejemplo, el estudio PISA invitó a los alumnos a escribir las calificaciones que tienen en cada materia. En el caso de la lectura, los autores advirtieron que los países con mejores medias eran sobrios con las calificaciones de los alumnos. Y, en cambio, los alumnos de países con niveles más mediocres tenían calificaciones por encima del nivel mínimo para superar la materia sin problemas, ya fuera a causa de la «promoción automática» o porque se exige mucho menos a los alumnos.
Es muy posible que en los próximos años este estudio dé pie a muchos gobiernos para introducir reformas y que se convierta en el punto de referencia para comparar la calidad de la enseñanza en los países desarrollados. De ahí que la OCDE haya previsto repetir el estudio cada tres años, en matemáticas (2003), ciencias (2006) y lectura (2009).
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Más información en www.pisa.oecd.org.