El «Concierto de la reconciliación» reúne a judíos, cristianos y musulmanes en el Vaticano

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Frente a la idea de que las divergencias religiosas son motivo de enfrentamientos, Juan Pablo II sigue promoviendo gestos y palabras a favor del diálogo interreligioso. Uno de los más recientes ha sido el «Concierto de la reconciliación» entre judíos, cristianos y musulmanes celebrado en el Vaticano el 17 de enero. «La historia de las relaciones entre judíos, cristianos y musulmanes está marcada por luces y sombras y, por desgracia, ha experimentado momentos dolorosos. Hoy se siente la apremiante necesidad de una reconciliación sincera entre los creyentes en el único Dios», afirmó Juan Pablo II al concluir el concierto.

Acudieron numerosos líderes religiosos, entre ellos el rabino jefe de Israel, Jona Metzger, y el secretario general de la World Islamic Call Society, Mohamed Ahmed Sharif. Participaron también representantes de las Iglesias ortodoxas, de la Federación de Iglesias Evangélicas, de la Comunión Anglicana y el imán de la mezquita de Roma. El maestro Gilbert Levine dirigió la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, que interpretó el «Abraham» de John Harbison, y varios movimientos de la Sinfonía número 2 de Gustav Mahler, «Resurrección».

«El judío honra al Omnipotente como ‘protector de la persona humana’ y Dios de las ‘promesas de vida’ -prosiguió el Papa-. El cristiano sabe que el amor es el motivo por el que Dios entra en relación con el hombre y que el amor es la respuesta que se espera del hombre. Para el musulmán, Dios es bueno y sabe llenar al creyente de sus misericordias. Apoyados en estas convicciones, judíos, cristianos y musulmanes no pueden aceptar que la tierra esté afligida por el odio, que la humanidad quede trastornada por guerras sin fin». «¡Sí! Tenemos que encontrar en nosotros la valentía de la paz -concluyó Juan Pablo II-. Tenemos que implorar de lo alto el don de la paz».

Juan Pablo II tuvo antes un encuentro con los rabinos israelíes Jona Metzger y Slomo Amar, quienes expresaron al Papa su deseo de que los católicos en el mundo celebren una Jornada de Diálogo con los Judíos, acto que ya existe en Italia desde hace años, mediante conferencias y visitas a las sinagogas.

También solicitaron a Juan Pablo II sumarse a la celebración del octavo centenario de Maimónides, filósofo y teólogo de Córdoba (1135-1204), que intentó armonizar fe y razón, conciliando el judaísmo rabínico con la filosofía de Aristóteles. Santo Tomás de Aquino y San Alberto Magno citan con frecuencia a Maimónides.

Los dos rabinos reconocieron que su entrevista con Juan Pablo II, un pontífice que ha utilizado «fuertes palabras» para condenar el antisemitismo, «ha hecho crecer la esperanza en la reconciliación y fraternidad entre las dos religiones».

Desacuerdos en las relaciones Santa Sede-Israel

Aunque avanza el diálogo con el judaísmo, las relaciones entre la Santa Sede y el Estado de Israel siguen tropezando en algunos obstáculos. A finales de diciembre pasado, el portavoz de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, el padre David Jaeger, había declarado que diez años después de firmarse el «Acuerdo de principios» entre la Santa Sede y el Estado de Israel sólo se ha traducido en un reconocimiento civil de la personalidad jurídica de la Iglesia, aún por legislar, mientras siguen pendientes cuestiones como la tutela de las propiedades eclesiásticas o el estatuto fiscal, que exigen acuerdos complementarios. En espera está también la restitución del Cenáculo, que está en manos del gobierno de Israel.

La Iglesia universal multiplica también las iniciativas para mostrar su solidaridad con los cristianos de Tierra Santa, que atraviesan condiciones dramáticas a causa del conflicto israelí-palestino. Por tercera vez en los últimos años, a mediados de enero ha tenido lugar en Jerusalén una reunión de obispos católicos de Europa y de América, quienes lanzaron un apremiante llamamiento a la reconciliación.

En su declaración final los obispos dicen haber comprobado «los sufrimientos experimentados por ambas comunidades», los ataques terroristas contra israelíes y los castigos colectivos a los palestinos; han visto «los efectos devastadores del muro actualmente en construcción a través de las tierras y de las casas de las comunidades palestinas»; han experimentado «la frustración y la humillación sufridas cada día por los palestinos en los puestos de control».

En cuanto a la libertad de la Iglesia, deploran que «a algunos sacerdotes, seminaristas, religiosas, religiosos y personal laico se les está negando o se les está poniendo impedimentos para la obtención de visados y de permisos de residencia para estudiar o trabajar en Israel y en los territorios palestinos. (…) Estamos también preocupados por los avisos que las autoridades israelíes facilitan a los peregrinos a su llegada a Tierra Santa, dificultándoles la visita a zonas bajo control de la Autoridad Palestina, incluidos muchos de los Santos Lugares de la fe cristiana».

Tras subrayar el «pequeño pero representativo incremento en el número de peregrinos» que viajan a los Santos Lugares, concluyen: «Hacemos un llamamiento a todos los creyentes a testimoniar el mensaje que hemos dirigido a los cristianos de Tierra Santa en estos días: No estáis solos».

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