La creciente inquietud de las cancillerías europeas sobre las violencias contra las comunidades cristianas en países como Egipto, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Chipre del Norte, Irán e Irak, llegó al Parlamento Europeo, que aprobó, por una abrumadora mayoría, una resolución firmada por todos los grupos políticos. Los eurodiputados apoyan la defensa de los cristianos y la libertad religiosa en el mundo, y expresan su profunda preocupación por el aumento de la intolerancia, la represión y los actos de la violencia.
La resolución pide también a la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, que desarrolle con urgencia una estrategia que “prevea un elenco de medidas contra los Estados que deliberadamente no protegen a las confesiones religiosas”. Y que el nuevo servicio diplomático europeo, en su dirección de derechos humanos, disponga de “un sistema permanente de control de las restricciones gubernamentales y sociales a la libertad religiosa”, que informe anualmente al Parlamento. Se trataría de elaborar algo semejante a la conocida blacklist, lista negra, en la que la Secretaría de Estado de EE.UU. pone en la picota cada año a los países que no respetan esta libertad.
Como señala el jefe del grupo popular, Mario Mauro, la decisión marca un hito, pues no se limita a condenar un determinado suceso, sino que implica a la UE en el problema general en sí. “La UE -apostilla- no debe sentir ningún embarazo ante la necesidad de denunciar lo que sucede a los cristianos”.
También el Comité de ministros de los 47 Estados miembros del Consejo de Europa ha mostrado preocupación por los recientes ataques sufridos por creyentes a causa de sus convicciones religiosas, aunque se refiere a “personas de todas las confesiones”.
La declaración condena “estos actos y toda forma de incitación al odio religioso y a la violencia”. Recuerda que “la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión es una derecho inalienable”, reconocido en las declaraciones internacionales de derechos humanos. Advierte que “no puede haber sociedad democrática” si no se respeta, pues “gozar de esta libertad es una condición necesaria para vivir en comunidad”.
Al Azhar quiere que el papa se excuse
La importante resolución adoptada por el pleno de Estrasburgo contrasta con la decisión de la Universidad Islámica de Al Azhar, en El Cairo, de suspender todo diálogo con Roma, como protesta contra las diversas manifestaciones del papa a raíz de los atentados contra los coptos, especialmente el ataque a la iglesia de Alejandría, que consideran como intromisiones ilegítimas. Uno de los miembros del consejo directivo de esta Universidad -la más importante institución del islam sunita-, Abdel Muti al-Bayoumi, se retrotrae a la lección de Benedicto XVI en Ratisbona (2006), y se permite sugerir al papa que vuelva al espíritu de Juan Pablo II, a la vez que le “exige” excusas.
Esta reacción ha sorprendido al P. Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, porque el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso no había recibido ninguna comunicación previa de la Universidad Al Azhar sobre esta cuestión. Por lo demás, la posición de ese Consejo y de la Santa Sede sigue siendo la de siempre: “una actitud de apertura y disponibilidad al diálogo.»
No deja de ser significativo que la decisión de Al Azhar haya sido adoptada unos días después de la crítica del gobierno de Egipto al Vaticano, que incluyó el fuerte gesto diplomático de llamar a consultas a su embajadora ante la Santa Sede. El Cairo se quejaba de que el Vaticano interfería en los asuntos internos de Egipto, al denunciar los ataques contra los coptos.
Por su parte, los líderes árabes reunidos en Sharm el-Sheikh, condenaron como “terroristas” los ataques a los cristianos en Egipto e Iraq. Pero no dejaron de advertir su rechazo a “las injerencias extranjeras sobre la cuestión de los derechos de las minorías”.
Vienen a rechazar tácitamente la petición del papa de que los gobiernos de Oriente Medio adopten “medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas”. Desde el último atentado, Egipto insiste en que protege la seguridad de sus ciudadanos, sea cual sea su religión, dentro de su soberanía. Los coptos de Egipto son en su mayoría ortodoxos, con una minoría de católicos. Representan el 10,6% de los 80 millones de egipcios, en su mayoría musulmanes sunitas.