Dar facilidades para que los padres puedan tener los hijos que desean se ha convertido en política declarada del gobierno alemán. En un país con un índice de fecundidad de solo 1,3 hijos por mujer y donde hay ya más muertes que nacimientos, la gran coalición de socialdemócratas y democristianos acaba de conceder ayudas de hasta 1.800 euros al mes a los padres que se tomen bajas parentales. A la vez, el Ministerio de la Familia ha suscrito una «Alianza para la Educación» con la Iglesia católica y las comunidades protestantes para inculcar valores desde el jardín de infancia.
No hay futuro sin valores. La opinión, esta vez, es de la ministra alemana de Familia, la democristiana Ursula von der Leyen. La mejor garantía de porvenir es inculcar a los niños «valores como el respeto, la responsabilidad, la confianza y la honestidad». Y no hay ninguna institución que mejor sintetice los valores sobre los que se ha construido Alemania que la Iglesia católica y las comunidades eclesiales evangélicas. Con ellas ha firmado la ministra una «Alianza para la Educación», que pretende incidir en la formación en valores desde la primera infancia. Los detalles todavía no han sido concretados. Se sabe únicamente que la ministra quiere que el último año del Kindergarten sea obligatorio, algo que, a su juicio, beneficiaría especialmente a los niños inmigrantes.
No han faltado las críticas contra esta iniciativa. Von der Leyen olvida a las demás confesiones y a los ateos, replican liberales, ecologistas e izquierdistas. Pero la ministra quiere tomarse su tiempo. Primero concretará las bases del plan con las confesiones cristianas mayoritarias. No puede ignorarse que el 44% de las escuelas infantiles son católicas o evangélicas, y eso sin contar las que administran las distintas órdenes religiosas o asociaciones confesionales. Después, en otoño, se celebrará una nueva reunión donde sí estarán presentes los representantes de credos minoritarios y de distintas organizaciones sociales y empresariales.
Una de las principales causas del descenso de natalidad es que las mujeres posponen cada vez más la primera maternidad. Esto afecta sobre todo a las licenciadas universitarias, el 40% de las cuales, según la Oficina Federal de Estadísticas, no llega a tener ningún hijo. Esperan una estabilidad económica y una seguridad laboral que llega demasiado tarde.
Para salir al paso de este problema, la gran coalición ha encontrado por fin el punto de equilibrio en el que coinciden el centro-derecha y el centro-izquierda. Cuando uno de los progenitores deje el trabajo para cuidar de un hijo recién nacido, percibirá del Estado el 67% de su sueldo durante 12 meses, con un tope de 1.800 euros. La baja podrá ampliarse otros dos meses si el otro progenitor deja también el trabajo o reduce su jornada a menos de 30 horas semanales.
La medida costará al Estado unos 3.900 millones de euros al año, y el Ministerio de la Familia cuenta con que se acojan a la baja parental cerca del 70% de padres.
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