Una proporción cada vez mayor de los inmigrantes que entran legalmente en EE.UU. son especialistas cualificados, según la edición de 1998 del informe Tendencias de las migraciones internacionales, que publica la OCDE.
Las cifras crecen conforme pasan los años. Mientras en 1992 el número de «especialistas» autorizados a entrar en EE.UU. fue 123.000, en 1996 ya había subido a 176.800. También se registra un aumento notable en la categoría de «trabajadores con competencias excepcionales»: los 500 de 1992 ascendieron hasta los 7.200 en 1996. Por eso se ha dicho que la famosa inscripción grabada a los pies de la Estatua de la Libertad: «Dadme a vuestras masas cansadas, pobres y oprimidas que suspiran por respirar la libertad…», debería cambiarse por otra que dijera «dadme a vuestra gente educada…».
Este cambio ha sido posible gracias a la Ley de Inmigración de 1990, que triplicó casi la cuota de trabajadores cualificados autorizados a entrar si un empleador les avala. Buena parte de ellos son los llamados hightech braceros, especialistas en programación informática, para los que existe una cuota de 65.000 trabajadores anuales (cfr. International Herald Tribune, 28-VII-98). Hay quien dice que estos trabajadores, procedentes de países como India, China o Filipinas, son explotados al igual que los otros braceros manuales. Pues no son tanto personas con competencias excepcionales como técnicos que trabajan por menos sueldo que los nacionales del mismo nivel. Aunque entran con un visado temporal, pueden estar hasta seis años, y para muchos es el primer paso para conseguir el status de residente y después la ciudadanía.
Entre los otros países que atraen a más inmigrantes cualificados destacan Canadá y el Reino Unido.
En la inmigración temporal de mano de obra se aprecia un fuerte crecimiento en los últimos años. Cuatro categorías de personas tienen especial facilidad para emigrar: trabajadores altamente cualificados, temporeros, alumnos en prácticas y estudiantes.
Al llegar a los países de destino, los trabajadores pueden encontrar distintas dificultades. En el caso de EE.UU., la admisión del empleado está sujeta a que ésta no afecte a las condiciones de trabajo de los propios norteamericanos. Esta premisa sólo puede ser un obstáculo para los trabajadores no cualificados. Por lo que se refiere al Reino Unido, debe probarse que el puesto deseado no puede ser ocupado por un nacional. En Francia, la entrada de un trabajador extranjero muy cualificado depende de la benevolencia de la Administración. Sin embargo, el país galo no atrae a muchos, ya que su número está estancado entre 1.800 y 2.000 por año (cfr. Le Monde, 12-I-99).