Los países desarrollados quieren inmigrantes ricos. Y también pobres. ¿Qué clase de ricos? Pues en algunos casos casi cualquiera, sin demasiados filtros. ¿Y cualquier pobre? No, solo unos tipos específicos: preferiblemente aquel que llegue, salude, trabaje y se marche por donde vino, o el que venga a quedarse para asumir tareas que no gustan a los nacionales.
Respecto a estos últimos grupos, de lo que más se habla es de las posturas antiinmigración de determinados países. Casi enseguida viene a la mente EE.UU., pues los medios están saturados de un nombre: Donald Trump, el del muro en la frontera con México y la descalificación de las caravanas de centroamericanos.
“El trabajo agrícola se ha vuelto la gran excepción a la regla de cerrar más…
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