Kinshasa. Desde el 30 de junio la República Democrática del Congo tiene un nuevo gobierno de transición, que podría permitir la definitiva reunificación y pacificación del país, sobre todo en las regiones orientales de Ituri y Kivu. Con el reparto de poder dentro del ejército entre los rebeldes y el gobierno de Kinshasa, se atisba otra vía de solución a una crisis demasiado prolongada, que ha exigido la intervención humanitaria de fuerzas de la ONU.
La provincia oriental es una de las once del antiguo Zaire. El distrito de Ituri, con capital en Bunia, tiene más de 3,5 millones de habitantes: el 45% de la provincia y el 7,5% de todo el país. Allí conviven cinco grandes etnias: alur, bira, kakwa, hema y lendu, estas dos últimas las más importantes. Los conflictos entre los lendus mayoritarios -ligados a Uganda- y los hemas -apoyados por Ruanda- han provocado más de 50.000 muertos desde 1999, con aproximadamente medio millón de desplazados.
Cuando se violaban los acuerdos sancionados por los ancianos, los ancestrales enfrentamientos por la posesión de tierras entre los hemas, que son pastores, y los lendus, agricultores, se habían venido resolviendo históricamente mediante machetes y armas blancas. Los problemas se hacen cada vez más graves desde los años noventa, cuando las diversas fuerzas comienzan a emplear masivamente armas automáticas. La insostenible situación en el plano humanitario determinó que el Consejo de Seguridad de la ONU enviase una fuerza de intervención internacional, especialmente para proteger a las poblaciones civiles de Bunia y sus alrededores. El mandato dura hasta el 1 de septiembre de 2003.
En la R.D. del Congo se ha recibido globalmente bien la llegada de estas fuerzas, bajo mando francés. Consideran que los antiguos conflictos entre hemas y lendus han sido instrumentalizados por los países vecinos. Se impondría, por tanto, una solución desde fuera. La razón de las acciones de las diversas milicias es conseguir el control de las importantes riquezas naturales de la zona, comenzando por las minas de oro, que permiten su aplicación inmediata para la compra de armamento, a diferencia de lo que sucede con el petróleo.
En Kinshasa se discuten los pros y los contras de la presencia de los cascos azules. Muchos lamentan que sólo vayan a desplegarse en torno a Bunia. Querrían que se extendiese a todos los territorios en conflicto y que se ampliase el mandato más allá de septiembre, si las circunstancias lo exigen para asegurar una paz duradera en el país. Mucho depende de la actitud del recién constituido gobierno de transición.
Philémon Muamba Mumbunda