La mentalidad del hijo a toda costa plantea nuevos dilemas. Uno de ellos, cada vez más frecuente, es el de la «reducción de embriones» -eufemismo para su eliminación-, pues las técnicas de reproducción artificial fácilmente provocan embarazos múltiples. Lo explica Barbara Carton en The Montreal Gazette (22-XI-97).
El uso de potentes estimuladores ováricos ha multiplicado los embarazos múltiples, de tres hasta siete embriones. Pero esos niños nacen prematuros en la mayoría de los casos, y corren mayor riesgo de sufrir ceguera, retraso mental, problemas respiratorios y otras deficiencias. (…) También para las parejas que admiten el aborto, la tesitura de si reducir o no embriones puede ser angustiosa, cargada de cuestiones que nunca se plantean en el debate convencional sobre el aborto.
La mayoría de los abortos se deben a que el hijo no es deseado; en cambio, la reducción de embriones se recomienda a parejas que anhelan desesperadamente tener hijos. Son parejas que, tras largo tiempo de intentar un embarazo, han recurrido a los estimuladores de la fertilidad o han gastado todos sus ahorros en la fecundación in vitro. Y de repente se enfrentan justo a la posibilidad contraria: eliminar un hijo.
(…) Una cosa es la reducción de embriones cuando hay, digamos, cinco, porque entonces la probabilidad de deficiencias es alta; y otra muy distinta si hay sólo tres embriones, pues en tal caso es muy posible que todos se desarrollen con normalidad si no se hace nada.
¿Y si son gemelos? Los ginecólogos observan que algunas parejas -pocas aún, pero cada vez más-, generalmente de mayor edad, que han logrado obtener un embarazo doble con gametos donados, quieren eliminar uno de los gemelos. Como los gemelos tienen muchas posibilidades de nacer bien, en estos casos la reducción no suele estar motivada por el temor a deficiencias, sino por razones económicas o incluso de estilo de vida. (…) Dice Mark Evans, pionero de la reducción embrionaria en un hospital de Detroit: «Si reducir de uno a cero es aceptable para esta sociedad, ¿por qué no de dos a uno?».
(…) Evans ha realizado unas 700 reducciones embrionarias desde que empezó, hace doce años. Al principio hacía cinco al año; este año cree que llegará a ciento. (…) Una de sus últimas pacientes es una mujer de 31 años embarazada de trillizos. (…) Su marido y ella han gastado 10.000 dólares en tratamientos de fertilidad hasta que por fin han tenido éxito; pero ahora van a eliminar a uno de sus tan anhelados bebés para que los otros dos tengan más sitio en el útero y, por tanto, más posibilidades de nacer bien. (…) Evans examina los fetos mediante ecografía para ver si alguno presenta deficiencias, lo que facilitaría la elección. Pero finalmente dice: «Aparentemente, ninguno tiene problemas, así que sólo hace falta ver cuál está más accesible».
Después de decidirlo (…), inyecta tres centímetros cúbicos de cloruro potásico en el feto elegido. (…) Cuando la paciente vuelve de la operación, se la ve enjugarse las lágrimas y no puede hablar.
(…) Los tratamientos de fertilidad han llevado a un aumento de embarazos múltiples. En Estados Unidos, los nacimientos de gemelos han pasado de 68.339 en 1980 a 96.736 en 1995, y en el mismo periodo los partos de tres o más niños han pasado de 1.337 a 4.973 (más del triple). Más o menos el 75% de los trillizos, el 90% de los cuatrillizos y prácticamente todos los quintillizos son de mujeres sometidas a tratamientos de fertilidad o fecundaciones in vitro.
(…) A diferencia de lo que ocurre con otros casos de aborto, la reducción de embriones resulta especialmente dura para los padres, porque el suyo ha sido, inevitablemente, un embarazo seguido muy de cerca. Lo normal es que hayan visto a los fetos varias veces en la pantalla de ecografía. (…) ¿Y si eliminan uno o dos fetos, y después los otros tampoco sobreviven? (…)
Han surgido algunos grupos con el fin de ayudar a que tales decisiones sean menos dolorosas. En algunos casos aconsejan a los pacientes que resistan las presiones de los médicos.
(…) Un especialista en bioética como John Balint, director del centro de Ética Médica de la la Facultad de Medicina de Albany (Nueva York), plantea otras cuestiones: «¿Tiene la madre derecho a exponer a esas criaturas al peligro de nacer muy prematuras, con el consiguiente riesgo de hemorragia cerebral, infarto intestinal, complicaciones respiratorias, etc.?».
(…) Es difícil saber quién tiene la culpa -si la tiene alguien- del aumento de reducciones de embriones, dado que las técnicas de reproducción artificial son imperfectas, muchos pacientes están al borde de la desesperación, las clínicas especializadas operan bajo la presión de la obligada rentabilidad y no hay normas estrictas sobre el número de embriones que se puede implantar. En muchos casos, especialmente cuando la mujer tiene más edad, los médicos emplean cuatro o más ovocitos, a fin de asegurar el embarazo.
(…) Muchos médicos «persiguen las mayores tasas posibles de embarazo porque así atraen a los pacientes», reprocha Richard Berkowitz, de la Facultad de Medicina Monte Sinaí (Nueva York), donde preside el departamento de obstetricia, ginecología y reproducción.