La administración Obama no autoriza la “píldora del día siguiente” para menores sin receta

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En una decisión que ha sorprendido a propios y a extraños, la Administración Obama ha denegado la petición de la FDA (Food and Drug Administration, una agencia gubernamental) de permitir que también las menores de 17 años puedan comprar la “píldora del día después” sin necesidad de prescripción médica. Los motivos aducidos para la negativa tienen que ver con la salud de las potenciales compradoras, aunque también se han escuchado otros argumentos más sociológicos.

El anuncio se produjo el pasado 7 de diciembre, y desde entonces no ha cesado la polémica. Los grupos autodenominados pro-choice han lamentado la decisión, que consideran un paso atrás para la “salud reproductiva” de la mujer.

La propia FDA se ha mostrado decepcionada por la decisión del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HSS). Creen haber probado suficientemente que la píldora es “segura y efectiva”. Según algunas informaciones, la agencia se está planteando una propuesta alternativa: el libre acceso a la píldora para menores de 17 que vayan acompañadas por al menos uno de sus padres.

Aunque desde la FDA han acusado a Kathleen Sebelius, secretaria del HSS, de anteponer sus creencias católicas a las evidencias científicas, lo cierto es que la propia petición de la FDA se realizó a instancias de una de las marcas que fabrican la píldora. Además de la industria farmacéutica, también parece haber pesado mucho la presión del lobby pro-choice, encabezado por la organización Planned Parenthood, que hasta ahora se había sentido muy bien tratada por la administración Obama.

La contracepción de emergencia y los embarazos no deseados
Entre los defensores de la desregulación total en el acceso a la píldora, el principal argumento es el insustituible papel de la píldora en la “contracepción urgente”.

Se quejan de que la necesidad de pasar por el médico –solo para menores de 17 años– restará gran parte de su efectividad a la píldora, puesto que esta puede evitar el embarazo solo si se toma durante las 72 horas posteriores a la relación sexual, aunque las probabilidades disminuyen considerablemente después de las 24 primeras horas. Con todo, la efectividad global –evitar el embarazo– es un dato controvertido: según los fabricantes se acerca a un 90%, pero otros estudios la rebajan a cerca de un 70%.

Además, la petición de la FDA dice buscar un descenso en el número de abortos. Sin embargo, la experiencia de otros países con venta sin receta de la píldora –como Reino Unido y España– prueban que los abortos no se han reducido, sino más bien al contrario.

La publicación médica Contraception recogió el pasado junio los resultados de un estudio realizado en España: desde 1997 a 2007 el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales pasó del 49,1% al 79.9% entre las mujeres; sin embargo, en el mismo periodo la tasa de abortos pasó de 5,52 por cada 1.000 mujeres a 11,49. Tampoco en Reino Unido o Suecia se ha conseguido frenar el aumento de los abortos a pesar de las ingentes sumas gastadas en educación sexual para adolescentes o de la liberalización en la dispensa de la píldora.

Argumentos científicos y sociológicos
Los que se oponen a la petición de la FDA de facilitar el acceso a la píldora a las menores, incluida la secretaria del HSS, aducen razones de diferente peso para justificar su postura.

Unas tienen que ver con aspectos puramente científicos. Sebelius ha declarado que “no hay datos suficientes [sobre la inocuidad de la píldora] para apoyar la petición de la FDA”.

Otro argumento es que al facilitar más la adquisición de la píldora se fomenta la automedicación ginecológica, lo que es especialmente peligroso para menores, que aún no conocen bien el funcionamiento de su cuerpo y pueden confundir síntomas. Los fabricantes de la píldora se defendían argumentando que en los prospectos se indica que la píldora es potencialmente abortiva, y se avisa de otros posibles efectos secundarios.

Sin embargo, un estudio realizado por Family Health International en 2003 mostraba que en grandes segmentos de la sociedad había mucha desinformación: un 25% desconocía que la píldora no debe tomarse en caso de sangrados vaginales irregulares, y un 33% no sabía que la píldora no debe utilizarse como sustituto de otros métodos anticonceptivos (el porcentaje llegaba al 54% entre las mujeres de las clases sociales menos letradas). Que la desregulación y la información por sí solas no sirven lo demuestra el hecho de que la mitad de los casos de enfermedades de transmisión sexual en Estados Unidos afecten a menores de 25 años, los más informados en cuanto al uso de anticonceptivos.

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