En los países desarrollados se discute la viabilidad de los regímenes de pensiones, amenazados por el envejecimiento de la población, y se oponen los argumentos de los partidarios de los sistemas de capitalización y de los defensores del sistema de reparto. Pero este debate no puede hacer olvidar que, en el conjunto de la población mundial, 9 de cada 10 personas en edad de trabajar no están cubiertas por ningún sistema de pensiones. Lo acaba de recordar un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que se plantea qué pueden hacer los países en desarrollo para asegurar la jubilación de sus trabajadores.
El informe, titulado Social Security Pensions: Development and Reform, señala que la mayoría de los activos de los países en desarrollo, que trabajan en el sector informal y en zonas rurales, no cotizan para su jubilación. En numerosos países, los sistemas de pensiones, creados en la era colonial, no prevén prestaciones más que para una minoría de personas y no se han ampliado después.
El problema se agudizará en el futuro porque con el aumento de la esperanza de vida crecerá la población dependiente. Al mismo tiempo, las redes de solidaridad tradicionales, en la familia y en los pueblos, se están debilitando como consecuencia de la urbanización. También se observa un retroceso en los antiguos países comunistas, donde las turbulencias que han acompañado el paso a la economía de mercado han hecho que las pensiones pierdan poder adquisitivo.
En la mayoría de los países, dice la OIT, la prioridad debe ser que el sistema de pensiones cubra a todos los trabajadores. Para conseguirlo, no existe un modelo único universal. El régimen apropiado a cada país dependerá de su nivel de desarrollo y de la estructura de edad de su población.
También puede ser oportuno diseñar regímenes especiales adaptados a las características de grupos de trabajadores. Así, en el sector informal habrá que tener en cuenta que se trata de trabajadores con escasa capacidad contributiva, y que su derecho a la jubilación podría retrasarse hasta una edad relativamente elevada, como los 70 años.
En cualquier caso, los trabajadores no cotizarán si no tienen confianza en el sistema, advierte el informe. En países de Europa del Este, de Latinoamérica y de Asia, los sistemas de pensiones se enfrentan a problemas organizativos, que tienen que ver con el cobro de las cotizaciones y con el incumplimiento de las reglas. El alto nivel de inflación, la corrupción y la falta de confianza de la población desacreditan el sistema. Por eso es importante que tanto los empleadores como los trabajadores participen en la gestión de los sistemas de pensiones.