En algunas profesiones (consultores, abogados, finanzas, informáticos...) no es raro que se trabaje habitualmente muchas más horas de las establecidas. Las larguísimas jornadas laborales han llegado a considerarse normales, necesarias y prueba de competencia personal y lealtad a la empresa. Los estudios sobre el particular indican que son poco útiles y aun contraproducentes.
La “civilización del ocio” es una triste realidad para los parados. Pero aun fuera de estos casos y con independencia de recesiones económicas, el tiempo dedicado al trabajo disminuye en general desde hace mucho tiempo. Las estadísticas de la OCDE muestran esta tendencia: en los años cincuenta, lo normal era trabajar casi dos mil horas al año, y hoy la media está en 1.7…
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