Las técnicas de reproducción asistida se presentan como la panacea para aquellas personas con dificultades para tener un hijo, sobre todo a una edad tardía. Pero los datos hechos públicos recientemente por la Sociedad Española de Fertilidad muestran que las tasas de éxito no justifican tanto optimismo.
A pesar de que España es el tercer país en número de ciclos de técnicas de reproducción asistida (TRA) y que cuenta con una de las legislaciones menos restrictivas, en el sector europeo tiene fama hasta el momento de falta de transparencia. Tras varios años de recelo de sus homólogos continentales, por fin los principales centros españoles especializados en técnicas de reproducción asistida han hecho públicos sus resultados a través de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).
Los porcentajes de éxito de los centros distan de ser realmente esperanzadores. En 2009, apenas alcanzaba el 35% por término medio en mujeres de 30 años, según la SEF. En el mejor de los casos (el de una mujer con pronóstico bueno y menor de 30 años, perfil de cliente muy minoritario), una fecundación asistida puede tener una tasa de éxito del 56% en el Instituto Dexeus de Barcelona, del 54,1% en la clínica Ginevif de Madrid o del 47,2% en el Hospital de la Fe de Valencia.
La gente no tiene hijos, en la mayoría de los casos, no porque no pueda tenerlos, sino porque ha preferido aplazarlos. Luego se encuentra con que su ciclo biológico ha llegado a término, por lo general a una edad (40-45) en la que todo el mundo tiene problemas de fertilidad.
Un caso distinto es el de las mujeres que se han hecho una ligadura de trompas (15%) para evitar tener más hijos, y luego por diversas circunstancias cambian de opinión. En este caso el porcentaje de éxito es más elevado (hasta un 55%) si, en lugar de la fecundación asistida, la paciente se somete a un tratamiento de reversión de la ligadura de trompas, según especialistas del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universitaria de Navarra.
El “síndrome de infertilidad”
El deseo de tener hijos a una edad tardía produce con cierta frecuencia secuelas psicológicas en las pacientes. “Se puede acabar desarrollando un sentimiento de culpa o de rabia porque a veces vienen como si fuese fácil conseguir el embarazo y no lo es”, declara Rosa Tur. (El País, 16-02-2010).
Según un estudio de investigadores suecos publicado en Human Reproduction, un 65% de los que abandonan un tratamiento de reproducción asistida sin lograr el embarazo lo hace por cansancio psicológico, antes que por razones médicas o económicas. Resulta algo comprensible cuando la posibilidad tan buscada de tener un hijo termina convirtiéndose en parte de un proceso en la mayoría de los casos invasivo y arduo, especialmente para la mujer.
La sensación de perder el control sobre la propia vida, de llegar a sentirse inútil por no poder concebir un hijo, por estar en manos de terceros, los médicos, deriva en lo que se viene a denominar “el síndrome de infertilidad”, una experiencia difícil de superar. El problema, según algunos psicólogos, radica en que la sociedad no prepara para la infertilidad, sino más bien para evitar el embarazo.